Encuentros con la Palabra

Domingo VIII del tiempo ordinario – Ciclo B (Marcos 2, 18-22) 

Autor: Padre Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

 

 

“Nadie arregla un vestido viejo con un remiendo de tela nueva”

El P. Alejando Angulo, S.J., escribió hace varios años, en la Revista Javeriana, un artículo titulado “El remiendo de la paz. Puntadas éticas para un género sociopolítico”; comenzaba su reflexión así: “Sin ser sastre, el Carpintero de Nazaret, se dio cuenta de que un remiendo de paño nuevo puede romper unos calzones viejos”. Y añadía: “La paz es un remiendo de paño nuevo en el panorama colombiano, porque desde antes de que el general entrara en su laberinto, la Colombia, bien sea la grande o la pequeña, ha vestido los viejos calzones de la guerra. Y lo peor es que no se los ha querido cambiar desde entonces, alegando siempre ‘profundas razones’ (...)”.

Por tanto, según este escrito, ni para Colombia, ni para el mundo, que vive bajo la amenaza de una nueva guerra cada día, los anhelos de paz que se suscitan en tantos rincones podrán servir de remiendo para los calzones viejos de la guerra, porque todos los intentos terminarán abriendo un boquete más grande en el tejido social de nuestro país y del mundo entero, pues ”el remiendo nuevo encoge y rompe el vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor”. La pregunta que queda en el aire es si debemos dejar de soñar con caminos de paz en medio de un mundo y un país convulsionado como el nuestro. ¿Será que tenemos que resignarnos a seguir llorando a los muertos producidos por las bombas, el hambre, la falta de empleo, el desorden establecido por los poderosos (incluyendo allí a todos los que se refugian detrás de un arma para imponer su voluntad de poder hasta la barbarie)? ¿No habrá otra salida frente a todo este caos social que vivimos? ¿Tendremos que seguir padeciendo las violencias interminables, las desigualdades sociales, la muerte prematura de los hijos de Dios?

Pienso, humildemente, que esto no es lo que significa esta parábola de Jesús. Tal vez lo que dice más adelante el Señor nos puede iluminar sobre el camino que debemos recorrer personal y colectivamente. Jesús añade: “Tampoco se echa vino nuevo en cueros viejos, porque el vino nuevo hace que se revienten los cueros, y se pierden tanto el vino como los cueros. Por eso hay que echar el vino nuevo en cueros nuevos”. Lo que el Señor quiere decirnos con el cuento de las telas y los cueros nuevos y viejos, es que la paz, y la vida nueva que queremos construir, no podrán ser posible si queremos construirlas sobre los fundamentos de una sociedad que está enferma desde sus raíces. Las guerras y las violencias no son más que las manifestaciones de un desorden más radical que anida, no en las estructuras, sino en el corazón humano y que se expresa en relaciones sociales de marginación, desigualdad, discriminación.

No podemos seguir pidiendo que Dios nos regale el don de la paz, ni para Colombia, ni para el mundo, si de veras no nos hemos comprometido con la transformación de nuestros corazones, en los que van creciendo y, muchas veces, floreciendo, sin darnos cuenta, las semillas de la violencia, del odio, de la discriminación. Esto es lo que el Carpintero de Nazaret quería recordarnos cuando nos invitaba a no remendar un vestido viejo con un remiendo nuevo.