III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

San Marcos 1, 14-20: Pescadores del Reino

Autor: Padre Hernán Quijano Guesalaga

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Jon. 3,1-5.10; 1° carta de san Pablo a los cristianos de Corinto 7, 29-31; Evangelio según san Marcos 1, 14-20

PESCADORES DEL REINO

Nos relata el evangelista san Marcos los primeros pasos del ministerio público de Jesús después de su presentación como el Mesías en su Bautismo en el río Jordán.

En el telón de fondo reaparece la referencia fugaz a la figura de Juan el Bautista, de quien el evangelista dice que fue arrestado, después de lo cual refiere que Jesús se dirigió de Judea a Galilea. La desaparición del Bautista sugiere el vencimiento de los tiempos antiguos para dar lugar a la novedad que traía Jesús. Una vez cumplidas las profecías, ya no tiene razón de ser el oficio de los profetas.

En Galilea Jesús comenzó su predicación, que era la proclamación de una buena noticia, “la Buena Noticia de Dios”, y que san Marcos resume en estas palabras: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”.

Dos afirmaciones y una exhortación componen la predicación de Jesús. Las dos afirmaciones son: el tiempo cumplido y la cercanía del Reino de Dios. La exhortación es una invitación imperativa a la conversión y a creer en la Buena Noticia.

Que el tiempo se ha cumplido significa que lo transcurrido ha llegado a su madurez o plenitud, significa también que el proyecto de Dios se ha venido desarrollando y cumpliendo conforme fue diseñado y establecido desde la eternidad. Que el tiempo se ha cumplido significa que el mismo Dios que lo proyectó llevó adelante y ejecutó exitosamente su plan de salvación. Que la finalidad que movió a Dios para la creación del hombre, incluso de la creación mismo tiempo (porque el tiempo afecta a las creaturas, no al Creador), la finalidad que movió a Dios, que es la Salvación, y en función de la cual se ordenan todos los acontecimientos humanos, misteriosamente siempre actuados por el mismo Dios como Agente principal, ha sido cumplida. Ya no hace falta seguir esperando porque el Reino de Dios ya está cerca.

La llegada del Reino es el tiempo cumplido o la plenitud de los tiempos. El Reino de Dios es la Persona de Jesús, el Mesías o Cristo, el Hijo de Dios Salvador del mundo. Como Él ya llegó, en cierta forma ya no hay que esperar más. El Señor ya vino. Pero, mientras la Salvación se está realizando, en cierto modo todavía hemos de esperar una plenitud mayor, al final de los tiempos, cuando regrese el Señor.

Por ello, sigue siendo imperativo el llamado a la conversión y la necesidad de creer en la Buena Noticia de Dios. Con la cercanía y el arribo del Reino, la conversión se impone como algo urgente. En este sentido, y sugiriendo la necesidad y urgencia de prepararse para el retorno del Señor, la liturgia nos hace proclamar hoy la predicación del profeta Jonás, con todo su planteo escatológico.

Después de este resumen de la predicación de Jesús, san Marcos nos relata cómo el Señor, caminando por la orilla del lago de Galilea, llamó a cuatro de sus primeros discípulos, que eran pescadores: Simón y su hermano Andrés, Santiago y su hermano Juan, los hijos de Zebedeo. Unos y otros estaban en su respectiva barca, los primeros echando las redes en el agua, los otros arreglando sus redes.

Escribe el evangelista que Jesús, mientras iba por la orilla, los vio, primero a Simón y Andrés, un poco más adelante a Santiago y Juan, y después de verlos los llamó. Respecto de Simón y Andrés san Marcos registra las palabras que usó Jesús para llamarles: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. De Santiago y Juan dice simplemente que Jesús “los llamó”. De ambos grupos se escribe que respondieron al llamado de Jesús dejando lo que tenían entre manos y siguiéndole. Simón y Andrés dejaron sus redes, Santiago y Juan dejaron en la barca a su padre con los jornaleros. De Simón y Andrés se afirma que le siguieron sin vacilación ni demora, “inmediatamente”.

Los vio, los llamó, lo dejaron todo y le siguieron. Donde se dice que los vio se sobreentiende que les conoció y eligió. Donde dice que inmediatamente dejaron las redes se refiere a la urgencia por la cercanía del Reino de Dios. Lo que hay que dejar es todo lo que no es compatible con el Reino de Dios. Esto no se puede negociar. Y no es que el trabajo de los pescadores o su familia sean incompatibles con el Reino. El relato es una historia real pero también es como una parábola: lo que ante el llamado de Jesús se debe dejar es lo que no va con el Reino de Dios. Y frente a las cuestiones del Reino no se admite dilación o postergación.

Jesús dijo a Simón y Andrés “yo los haré pescadores de hombres”. He aquí otra metáfora. Nadie podría leer estas palabras dándole un sentido literal. A los hombres hasta el mismo Dios los trata como lo que son, como los ha creado, como personas libres; los llama, se los invita, se les propone, se les motiva. Si las palabras de Jesús, pescadores de hombres, son equivalentes al pastoreo de las ovejas, se comprende también que los hombres ni son pescados ni son ovejas. Aún involucrando a personas libres, cuyo asentimiento Dios incluye en su plan como imprescindible, el tiempo se cumplirá, el proyecto de Dios se realiza inexorablemente.

Lo que Jesús quiere decir es que a esos cuatro les cambia el oficio de pescadores por otro ministerio. En las parábolas Jesús hablará del reino de Dios como una pesca donde se disciernen peces buenos de otros que se tirarán al final de los tiempos. “Pescadores de hombres”, en este sentido, se refiere a la acción de congregar, incluir, hacer comunidad. Porque por el Reino de Dios también se entiende la Iglesia.

El domingo pasado oímos del evangelista Juan su versión de cómo Jesús había conocido, elegido y llamado a Andrés y Simón (en este orden). La historia que nos relata san Marcos sobre el llamado y seguimiento de Simón y Andrés puede compatibilizarse con el texto de san Juan. Quizás no era éste el primer encuentro de Jesús con ellos dos. Ocurre también en nuestros días cuando el Señor llama a alguno: lo hace hablando una y otra vez, dando a cada uno su tiempo  invitando al discernimiento y ayudando a una respuesta.

Tanto el domingo pasado como éste, el asunto del evangelio es el mismo. Al inicio de su ministerio público Jesús llamó a sus colaboradores, sus primeros discípulos. En Marcos el resultado es el mismo, Jesús elige y llama pero quiere contar con una respuesta libre de seguimiento a Él. El discipulado es uno de los ejes del evangelio según Marcos. Ser discípulo de Jesús significa seguirle. El seguimiento, como respuesta libre a su llamada, es la condición de todo discípulo. Este evangelio se aplica a todo bautizado.

Todo bautizado es discípulo de Jesús. Todos los bautizados hemos sido elegidos de antemano y llamados a la vida cristiana, al seguimiento de Jesús. Por ello, no es casual que, en Marcos, el llamado que hace Jesús a los primeros discípulos ocurre poco después del Bautismo de Jesús, que es modelo de nuestro bautismo.

Seguir a Jesús, ser discípulo de Jesús, implica también hacer de la propia vida un anuncio para los demás, un llamado para los otros. Por nuestra vida debemos estar siempre proclamando a los demás la Buena Noticia de Dios, exhortando a no desanimarse porque, aunque aparentemente el mal sigue actuando en el mundo, no lo hace sin el permiso de Dios y siempre por un bien mayor, conforme a los sabios planes de Dios. Por nuestra vida debemos estar siempre proclamando a los demás que el Reino de Dios está cerca y que es necesario convertirse.  

Pbro. Hernán Quijano Guesalaga

Argentina

Domingo 25 de enero de 2009