XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mateo 16,13-19:
Roca y espada

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

Dios no es una carga, un peso insoportable, un obstáculo en mi camino, un enemigo de mi felicidad. ¡Jamás! Es todo lo contrario. Es Alguien que respeta mi libertad, que espera a la puerta, que pide permiso para entrar en lo profundo, que invita a la mesa y me llama por mi nombre mirándome a los ojos y llenándome de su luz y de su paz.  

Somos nosotros/as quienes andamos cargados/as, pesados/as, un tanto paquidérmicos. Nos pesa la conciencia, el aburrimiento, la quejumbre de la vida. La exclusión, el dolor, el hambre nos acosan, nos torturan. Sobre nuestros hombros cae la inmensa y grave responsabilidad de “la nueva creación que gime con dolores de parto”. 

Ante esta postración, Jesús nos ofrece hoy, levantarnos agilizando nuestra caminada, alivianando nuestras cargas, abriendo las alas de nuestra libertad como discípulos/as que asumen gozosamente su causa. Seguirlo no es ninguna carga pesada, ninguna imposición que demerite nuestra dignidad, sino más bien, la eleva y transforma.  

El evangelio pasa por el corazón del ser humano como una ‘fuerza ascensional’ que, partiendo de nuestro barro y polvo, nos diviniza sentándonos a la mesa del Padre como su nueva familia. Pero hay un requisito: La sencillez, la humildad. Sólo los/as  sencillos/as de corazón captan este mensaje y lo hacen vida en su caminada.  

Cochabamba 06.07.08