Fiesta. Exaltacion de la Santa Cruz
Juan 3, 13-17: El amor crucificado

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

Nuestras madres expresan su amor a través de una dedicación y entrega generosa, activa, permanente para con sus hijos e hijas. Toda su vida es oblación, sacrificio, detalles ungidos de sangre, lágrimas, sueños atardecidos, prolongados. A esto llamamos amor. Pero un amor que es cruz, un amor transformante.


Para que nuestras cruces tengan sentido deben encarnar el amor. Ser signo de amor, una expresión de amor. Toda cruz renegada nos destruye; toda cruz aceptada, nos eleva; toda cruz abrazada, nos vivifica; toda cruz amada, salva, reconcilia. Las pequeñas cruces del a día van puliendo esta materia prima nuestra, hasta hacerla digna del amor fraterno.
Cristo en su Cruz abraza todo el dolor de humanidad. Todo grito tiene allí su eco. Toda angustia su respuesta. Toda desesperación, su luz última. La caminada sangrante del ser humano toma sentido y dirección desde la Cruz. Quien no ha conocido el dolor, no sabe de fraternidad. Desde su Cruz, Jesús no elimina nuestros sufrimientos, sino que los llena de su presencia.


“Cristo sigue crucificado en el vértice de la historia”. Ya no hay cruces solitarias. Desde la cima, Jesús las unifica todas, las aglutina, las transforma. La Cruz rompe todos los abismos y estable el puente de fraternidad universal. En Él somos una sola familia, un solo pueblo, pueblo reconciliado a ritmo de resurrección que camina hacia el horizonte último de la nueva humanidad.


Cochabamba 14.09.08