IV Domingo de Adviento, Ciclo C
San Lucas 1,39-45:
A prisa

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy    

 

Nos abruman los problemas. Parecieran montañas que se interponen en nuestra marcha. Se acaban los horizontes. Nos volvemos pesados/as, lentos/as. El Espíritu no es amigo de la lentitud nos dicen desde la patrística y Juan Pablo II nos advierte que la Iglesia tiene que pedir perdón a la humanidad de su lentitud (TMA, 33). Entonces, la lentitud es un pecado.

El tiempo del Adviento es para agilizar nuestra caminada. Para ello tenemos que tirar por la borda prejuicios, temores infundados, miedos acumulados, esclavitudes encadenadas. La “voluntad de Dios” que nos presenta hoy la carta a los Hebreos, es aprender a caminar en justicia, en paz, en gozo. Así se devela la fiesta que se aproxima: Dios con nosotros/as.

María, dice el evangelio, “va a prisa a la montaña”. Lleva en su vientre el misterio último de humanidad, el Dios hecho carne. Siente la necesidad de pregonar a grito suelto, esta gran noticia. Comienza por su parentela. Y va traduciendo la nueva presencia de Dios  en servicio, encuentro y alabanza, hecha fiesta y danza con Juan desde el seno de Isabel.

Navidad es encuentro con Dios. El Adviento prepara el encuentro. Esta preparación es dinámica, festiva, danzante. Hay que ponerse en camino con María. A prisa. Portadores del misterio. Partimos de Belén que lo acuna en su pequeñez. Como Iglesia en marcha, asumimos el  compromiso de devolverle a la historia la presencia del Dios con nosotros/as.

Cochabamba 20.12.09

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