V Domingo de Cuaresma, Ciclo B

San Juan 12, 20-33: En la Nueva Alianza

Autor: Padre Jesús Espéja, O.P

Con permiso de: palabranueva.net 

 

 

1. En nuestros anhelos de más humanismo, soñamos con un nuevo corazón, nuevos sentimientos y nuevas relaciones sociales, donde la justicia y la paz se besen. A pesar de nuestros fracasos, una y otra vez intentamos levantarnos de nuestras cenizas para comenzar de nuevo. Pero ¿merece la pena? ¿encontrarán respuesta nuestros deseos más íntimos?

2. La palabra de Dios hoy es respuesta esperanzadora: El Creador nos está trabajando continuamente; y aunque no resulta fácil modelar aristas duras, nunca deja su proyecto a medio camino. Según el profeta Jeremías, Dios “introduce su ley en nuestra intimidad y la escribe en nuestro corazón”; esa cercanía benevolente nos permitirá ser libres, verdaderamente libres para amar. Será la nueva alianza.

Jesucristo es la realización de este proyecto. Fue totalmente libre para amar sin discriminación a todos “porque Dios estaba en él”. Fue la humanidad “autónoma” porque respiró y actuó siempre movido por esa presencia que a todo da vida y aliento. Porque vivió y murió por amor, es la nueva alianza firmada en nuestra historia como invitación y camino abierto para todos. Así lo dice la Carta a los Hebreos.

Y el evangelio proclama la buena noticia: quien se deja impactar y transformar por esta presencia benevolente de Dios que llamamos gracia, entiende que realiza su vida con verdad cuando, en vez de obsesionarse por conservarla utilizando a los otros como cosas, la “pierde”, la entrega por amor. Así va creciendo el reino de Dios, lo que sucede en las personas y en los pueblos cuando el único señor es el Amor. Así va liberándose la humanidad y creación de tantos males –“Príncipe de este mundo”– que todavía las desfiguran.

3. Según esta visión de la fe cristiana, el hombre completo incluye también el Espíritu, esa fuerza que es Dios mismo y que lo transforma desde adentro para que llegue a ser lo que todavía no es, pero anhela profundamente. Estamos ya en el tiempo de la gracia que poco a poco nos humaniza. Vivamos con intensidad personal y comunitaria ese tiempo que celebramos de modo especial en la próxima Semana Santa.