Autor: Padre Jesús Espéja, O.P
Con permiso de: palabranueva.net
La fe no es sólo aceptación de verdades misteriosas que no
entendemos que nos proponen, sino sobre todo un encuentro personal con Dios tal
como se ha revelado en Jesucristo; como ese Dios es siempre mayor, siempre
también nos pide, ante nueva situación, que salgamos de la propia tierra. Por
eso ante las dificultades de la vida, llegan las dudas: ¿está o no está Dios con
nosotros? ¿Podemos seguir confiando?
Los discípulos primeros de Jesús no vieron al Resucitado con los ojos de la
carne, sino con los ojos de la fe. Como nosotros, también ellos dudaron: ¿el
Resucitado no será un fantasma? Si Dios ha resucitado a Jesús ¿por qué guardó
silencio cuando le crucificaron? La experiencia de fe o encuentro personal con
el Resucitado les dio confianza: ¿no ven como a lo largo de toda la Biblia se va
manifestando cómo Dios realiza la salvación no por el poder de los faraones sino
por aquellos y aquellas que se entregan por amor?
Hoy también nosotros tenemos esas mismas interrogantes y otras dudas.
Pero el Resucitado nos habla desde dentro a cada uno de nosotros y también a
toda la comunidad cristiana: “¿por qué se alarman? ¿Por qué surgen dudas en su
interior?; soy yo en persona”. Muchas veces seguimos pensado que nos salva el
poder y el dominio sobre los demás. Pero lo que nos salva, nos humaniza, es el
amor de Dios que gustamos en nuestra intimidad y nos da impulso para amar a
todos.