III Domingo de Pascua, Ciclo A

Lucas 24, 13-35: Castidad

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

“Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo... Ellos le contestaron:... Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel” (Lc 24, 15-21)


Los discípulos de Emaús no reconocían a Jesús porque, en decir de Santo Tomás, Jesús no quería que le reconocieran. Pero además, estaban tan ensimismados con sus problemas que, por su parte, tampoco eran capaces de descubrirle. Hoy Jesús quiere darse a conocer a todos, pero ¿por qué muchos que oyen hablar de Él no le conocen, o tienen una idea tan equivocada? Es que, de igual modo que si no se tienen los ojos limpios no se ve el objeto que está delante, hace falta una buena disposición en el alma para descubrir a Dios, y es la pureza interior.


En ocasiones, vivir la castidad supone esfuerzo, una lucha con uno mismo para no ser egoísta, para no pensar, desear o hacer lo que pide el cuerpo; sin embargo, el fruto es maravilloso, pues capacita para ver en los demás personas, no objetos, y es como el requisito imprescindible del amor.


Los discípulos que iban a Emaús esperaban un liberador de Israel. En el fondo, cada uno pone su amor en aquello en lo que pone su esperanza: ése es su tesoro y a eso aspira. Hay quienes no tienen más esperanza que lo que les puede dar una persona, no alcanzan a más. Otros sólo esperan en lo que les reportan el trabajo y los bienes materiales, incluso lo que pueda dar el cuerpo. Son tristes personas, creadas para el amor, para el amor humano y sobre todo para el amor divino, que sólo se contentan con un trozo de materia, que –además lo tiene comprobado– no puede saciarles.
La vida de los santos ha sido y es apasionante, han desarrollado las inmensas capacidades de sus corazones en amar a Quien se merece todo el amor, y desde Dios han amado a todas las criaturas.


Limpia mis ojos, Señor, para que te pueda ver; limpia mi corazón para que me puedas amar mejor y yo te pueda conocer más. Y te pueda reconocer en los demás, imágenes de Ti.