XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mateo 13, 44-52: El tesoro

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo” (Mt 13,44)


Quien cava en tierra puede no querer profundizar por si acaso encuentra algo que le compromete; puede ser que, al cavar, la azada tropiece con un objeto metálico y, para evitar que se melle su azada, se eche tierra encima porque valore uno más su azada que lo que pueda descubrir. Puede ser que resulte lo que se dice en la parábola, que al advertir que hay un tesoro, se descubra, se venda todo para comprar el campo y, una vez adquirido, se disfrute.


La vocación divina es el gran tesoro que Dios tiene escondido para cada uno desde antes de que uno nazca, y Él cuenta con las circunstancias y las personas para que en un momento concreto se atisbe ese querer de Dios. Puede ser que por falta de oración y madurez personal no se vea, o no se quiera llegar a ese grado de entrega, no sea que se comprometan su comodidad y sus caprichos.


Qué pena si alguien ve con claridad lo que Dios le pide, pero prefiere disfrutar de su libertad –de su azada– para seguir viviendo como desea y eche tierra al asunto. Sólo quien vive la experiencia de la correspondencia a la vocación sabe que es algo maravilloso. Porque aunque parezca que la renuncia al propio proyecto para vivir la aventura que Dios tiene prevista quita la libertad, no es así, sino todo lo contrario, porque no hay mejor proyecto de vida personal que el que pueda haber pensado Dios.


En cierto sentido Dios conoce el tesoro que todos llevamos dentro –poder ser hijos suyos–, y ha vendido cuanto tenía para comprar ese campo con su tesoro. San Pablo dice que hemos sido comprados a gran precio: toda la sangre de Cristo (1 Co 6,20). Ahora nos toca a nosotros “descubrirnos” y ponernos a su servicio.


Que yo entienda, Señor, todos los días de mi vida, que la vocación a la que he sido llamado es mi gran tesoro, lo más grande que me ha podido pasar, y que seguirla y ser fiel es lo que me va a hacer feliz, aunque para eso tenga que pasarme la vida trabajando –cavando– en lo que Tú me pides.