II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Juan 1, 35-42: Encontrar a Jesús

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

“Al volverse Jesús y ver que le seguían, preguntó: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí (que significa Maestro), ¿dónde vives?» Les dijo: «Venid y lo veréis». Fueron entonces y vieron donde vivía, y se quedaron con él aquel día” (Jn 1, 38-39)

Todo aquel que reflexiona y no está sumido en la frivolidad se plantea en su interior los grandes interrogantes de la vida, y no se contenta con lo que ofrecen los falsos profetas. El hombre de buena voluntad busca, busca la verdad, y a alguien que sepa darle respuesta. La respuesta nos la ha dado ya Dios en la Biblia, y concretamente, nos ha hablado todo en su Hijo.

«En lo cual da a entender el Apóstol, que Dios ha quedado como mudo, y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los Profetas, ya lo ha hablado en él todo, dándonos el todo, que es su Hijo. Por tanto, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera: Si te tengo ya hablado todas las cosas en mi palabra, que es mi Hijo... pon los ojos en él, porque en él te lo tengo puesto todo y dicho y revelado, y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas» (San Juan de la Cruz).

El apóstol Juan relata el día en que encontró a Jesús y cómo se quedó con él todo el día. Tuvo una experiencia enriquecedora, y ya no le abandonó jamás, porque había encontrado a quien podía darle respuesta cumplida a los deseos más íntimos de su alma.

La vida cristiana no consiste simplemente en la colección de unas prácticas de piedad, ni siquiera en unas buenas actitudes; es, en primer lugar, un encuentro personal, conocer a la Persona y las palabras de Jesús, y vivir con Él su vida.

Muchos siguen buscando a tientas la orientación de sus vidas. Gracias, Señor, porque nosotros ya sabemos Quién eres. Ayúdanos a vivir un día y otro contigo. Procuraremos encontrarnos contigo en la oración, y luego a lo largo del día.

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