VII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Marcos 2, 1-12: Por la fe de ellos

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

Llegaron cuatro llevando a un paralítico..., abrieron un boquete y descolgaron la camilla. Al ver la fe de ellos, dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados»” (Mc 2, 3-5)

Entre cuatro se propusieron poner delante de Jesús a un familiar o amigo paralítico. Quizá éste no deseaba tal alboroto, tanto espectáculo, tanta dificultad y tanta incomodidad para él. La fe «de ellos» –de los cuatro, no la del paralítico– es la que lleva a Jesús a obrar el milagro del perdón de sus pecados, y posteriormente su curación física.

Tanto puede la oración y la penitencia de unos para la conversión de los otros. La Virgen dijo a los pastorcitos de Fátima que muchos iban al infierno porque nadie hacía penitencia por ellos. Hay algunos que pueden tener la conciencia tan estropeada que ni siquiera vean la necesidad de convertirse. La Comunión de los Santos –que es una verdad de fe– significa entre otros aspectos que las obras buenas de unos repercuten en los demás.

Si nos quejamos ante las acciones externas escandalosas: injusticias, inmoralidad, corrupción...; serán lamentos estériles que no ayudan a resolver los problemas y crean un ambiente de pesimismo. Construir, eso es lo que hemos de hacer: hablando, escribiendo, haciendo lo que esté en nuestra mano. Pero sobre todo rezando y desagraviando.

A veces olvidamos los medios sobrenaturales, y es como poner los bueyes detrás del carro, y así el carro no se mueve. Los santos han hablado en el tono que convenía utilizar, pero sobre todo han hecho mucha penitencia por los pecados ajenos. Cuando se desea que un familiar cambie y se acerque a Dios, lo que se ha de hacer es rezar y ofrecer mortificaciones. Y viendo «la fe de ellos», Dios moverá los corazones.

Auméntame, Señor, el sentido sobrenatural, para que me duelan las ofensas que te hacemos por lo que son en realidad, no por sus consecuencias humanas lastimosas. Quiero ver con tus ojos, Cristo mío, cuánto te ofende el pecado y la manera de erradicarlo. Te pido por aquellos que no se atreven a ir a pedirte perdón y por los que no se percatan del mal que hacen. Perdónales, Señor.

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