IV Domingo de Cuaresma, Ciclo B

Juan 3, 14-21: La luz de la conciencia

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

“El juicio consiste en esto: que vino la luz al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra mal aborrece la luz, y no se acerca a la luz para no verse reprobado por sus obras” (Jn 3, 19-21)

En algunos relojes de sol que embellecen las fachadas de ciertos edificios hay una leyenda que dice: «Horas non numero, nisi serenas», como si el reloj hablara y dijera que no marca las horas a no ser que haga buen tiempo: si no hay luz no sirvo. La conciencia aprueba o reprueba las acciones que vamos a realizar o que hemos realizado. Pero, como el reloj de sol, necesita de la luz para poder señalar bien. La luz es la verdad. Por eso es tan importante formar bien la conciencia, para distinguir con claridad el bien del mal. Sólo así podemos ejercitar bien nuestra libertad.

Jesús explica que el que no quiere obrar bien huye de la luz, de la verdad, porque ojos que no ven corazón que no siente. Pero uno es responsable del bien que debiera hacer o del mal que ha realizado si culpablemente no quiso saber lo que debía hacer. Es una necedad ocultarse de la verdad en esta vida, ir a la oscuridad para pecar (por algo se llama a los diablos los hijos de las tinieblas), porque nada escapa a la mirada de Dios, incluso entenebreciendo la conciencia hasta llegar a pensar que no es pecado lo que sí es. Es tan absurdo como el que estropea la brújula y luego actúa como si funcionara bien.

Hay una estrecha relación entre la conciencia y el modo de vida. Dios conoce las circunstancias ambientales y personales de cada uno y por qué en el fondo de su corazón decide hacer lo que hace, y también conoce la resistencia a oír su voz en esta vida, acallando la conciencia a base de teorías y de jaleo.

Cada noche en el examen de conciencia tenemos la oportunidad –si queremos– de ver, con la luz de Dios, nuestras acciones y de rectificar lo que hemos hecho mal. Y sacar propósitos de cambio. Después iremos a ese juicio de misericordia en esta vida que es el sacramento del perdón. Esto es caminar en la luz.

Quiero acercarme a Ti, Señor, que eres la Luz, y en tu luz ver qué he de hacer.

 

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