XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Juan 6, 55-57: Vivir con Cristo

Autor: Padre Jesús Martínez García

 

 

       “Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como... yo vivo por el Padre, así quien me come también él vivirá por mí” (Jn 6, 55-57)

Jesús había dicho antes de subir al cielo: Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo (Mt 28,20). No estaba presente sólo en el recuerdo, como puede estarlo un músico o un poeta en la memoria de sus admiradores. Cristo estaba vivo y se podía hablar con Él en la oración, estaba presente en su Iglesia, en sus sacramentos, especialmente tras el velo de la Eucaristía. ¡Jesús estaba vivo! Pero había que creer. Dirá san Juan al concluir su evangelio: Estas (señales realizadas por Jesús) fueron escritas para que creáis que Jesús es el mesías, Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre (Jn 20,31).

La vida cristiana consistirá a partir de entonces en vivir «con Él» de una manera personal e intensa. San Pablo sacará esta convicción cuando entre en crisis en su encuentro con Jesús camino de Damasco. Al preguntarle quién era, el Señor le contestó: Yo soy Jesús, a quien tú persigues (Hch 9,5). Jesús afirmaba que Él estaba en cada cristiano: Él era los cristianos a los que Saulo perseguía.

Por eso, una vez convertido al cristianismo, Pablo va a utilizar este lenguaje: hay que vivir con-Cristo y morir con-Él, para que, siendo con-Él sepultados, con-Él resucitar a la vida eterna. El bautismo es eso.

La vida cristiana es eso: una renuncia, una muerte a la soberbia que, con Cristo, produce ya en esta vida obras de vida eterna. Si con Él sufrimos, reinaremos con Él, si con Él morimos, viviremos con Él. Para mi, vivir es Cristo (Fl 1,21) dirá el apóstol. Y así hasta el momento de la muerte, que no será otra cosa que el encuentro definitivo y sin velos con Jesús.

Jesús amoroso, el más fino amante; quiero en todo instante sólo en Ti pensar. Tú eres mi tesoro, tú eres mi alegría; tú eres vida mía, yo te quiero amar.





 

 

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