XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

Marcos 13, 26-27: Juicio particular

Autor: Padre Jesús Martínez García  

 

      

“Pilato le dijo: «¿Luego, tú eres rey?» Jesús respondió: «Tú lo dices, yo soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz»” (Jn 18, 37)

Jesús no dejaba indiferente. También hoy sus palabras son como espada que llega hasta el centro del alma e interpelan al interlocutor. Él vino a este mundo a exponer la verdad salvífica y cómo debe comportarse el hombre. Su única defensa en el proceso que le llevó a la cruz fue decir la verdad y poner a cada uno ante su conciencia y su responsabilidad delante de Dios. Pilato se percató del contenido que encerraban sus palabras y se salió por la tangente; es el recurso cobarde de quien no quiere enfrentarse con la verdad.

Si quien dice mentira es esclavo, quien está en la verdad y la proclama es señor. La dignidad del hombre está en su inteligencia y en su libertad. Los hombres que se saben poseídos por la verdad y por el bien están sobre el mundo, tienen señorío y nadie les puede sojuzgar. Jesús no quiso que le hicieran caudillo después de la multiplicación de los panes, su reinado es mucho más profundo. Cristo reina en quienes quieran reconocer la verdad y deseen vivir conforme a ella.

Pilato le preguntó si era el Rey de los judíos. Jesús afirmó que sí, pero él no supo o no quiso reconocer el calado de esas palabras, que le hubieran llevado a reconocerse súbdito de ese Reino. Tampoco los judíos quisieron reconocer a Jesús y se alejaron de Dios, perdieron su realeza, y se sometieron al idólatra emperador romano. He ahí el dilema: aceptar la verdad que Dios propone, o hacerse esclavo de la mentira. Por eso Cristo será siempre signo de contradicción, porque Él es la Verdad de todo hombre.

Nos cuesta dejarnos dirigir, nos cuesta obedecer, nos cuesta que sea otro quien organice nuestra vida. ¿Le dejamos reinar en nuestro corazón? ¿Nos dejamos persuadir por la verdad? ¿Reconocemos que el Señor es el único Señor?

Venga a nosotros tu reino, te pedimos hoy. Queremos escuchar tu voz, conocer tus enseñanzas que liberan, por las que el hombre es también rey.








 

 

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