III Domingo de Adviento, Ciclo C

San Lucas 3, 10-14: Dirección espiritual

Autor: Padre Jesús Martínez García  

 

      

“Y la gente le preguntaba (a Juan): «Entonces, ¡qué debemos hacer?»... Acudieron también unos publicanos para bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?»... Le preguntaron unos soldados: «Y nosotros, ¿qué haremos?»” (Lc 3, 10-14)

La gente acudía a Juan en busca de consejo, al descubrir en él alguien que les podía orientar en la verdad de parte de Dios. Cada uno tenemos la conciencia para juzgar sobre las cuestiones que hemos de resolver y que tienen una dimensión moral. Si está bien formada, habitualmente bastará con ponerse en la presencia de Dios y resolver. Pero en ocasiones se nos plantean dudas, y para salir de dudas y acertar en las decisiones, es de sabios pedir consejo.

En la Iglesia contamos con un medio maravilloso que es la Dirección espiritual: personas que pueden dar consejos de parte de Dios, tanto porque han estudiado, por su experiencia de almas, y sobre todo porque procuran estar cerca de Dios, y son instrumentos de Dios que distribuyen su gracia.

En los asuntos de conciencia no basta con acudir a un médico o a un amigo. Si queremos conocer la voluntad de Dios en un asunto es necesario ir a un sacerdote santo y docto. No sólo para hablar, sino también para escuchar. Lógicamente las decisiones que tomemos serán nuestras, y actuaremos responsablemente, pero tener en cuenta sus orientaciones nos pueden dar mucha luz y paz y nos sirvan para avanzar en la vida interior.

En la sociedad en que vivimos, en que no se dan consejos gratis, es curioso que la dirección espiritual se imparta sin costar dinero. ¿Por qué no acudir, entonces, a quien nos puede orientar sin ningún interés personal? ¿Por qué acudir a gurús orientales, lectores de cartas o psicólogos, que en realidad no pueden ayudar? Como la gente que se acercaba a Juan, así también nosotros nos preguntamos ¿Qué he de hacer? Quizá como primera medida acudir a un director espiritual, él nos lo dirá.

Hoy te pedimos, Señor, que envíes muchos y santos sacerdotes a tu Iglesia, pastores que con su vida entregada a Ti totalmente y dedicados a los demás sean faros que iluminen las conciencias.