XI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A.

Mateo 9,36 10,8: Gente sencillamente maravillosa

Autor: Mons. Jesús Sanz Montes, ofm 

 

 

Comienza el Evangelio este domingo presentándonos a un Jesús que se compa­dece ante el espectáculo de un gentío que andaba “como ovejas sin pastor”. Mateo nos ha presentado el “programa” de Jesús en los capítulos anteriores: la predicación del Reino de las bienaventuranzas y todas las consecuencias personales y comunitarias que de ellas de derivan. Él ha predicado a una reducida muchedumbre la nueva Ley, como un nuevo Moisés en la montaña. Pero no todos han escuchado sus palabras: había gente que seguía caminando por sus caminos, al margen de los sende­ros de Dios. Y entonces Jesús ve toda la tie­rra, toda la humanidad, toda la historia... que estaba tan lejos de aquel monte bendito, y exclamará: ¡qué grande es la tierra, qué larga la historia, cuán numerosa la humani­dad!... ¡Cuánta es la mies y qué pocos los trabajadores! Pedid al dueño de esta mies que envíe trabajadores.

Quería el Señor que otros fueran sus porta-voces, que otros acercaran a los no presentes cuando la enseñanza de las bienaventuranzas, el mensaje liberador y santifi­cante de Dios, su plan, su sueño, su Reino. Llamó entonces a los Doce y los envió. Entre aquellos hombres no encontramos a los más ricos, ni a los más sabios, ni a los más influyentes y poderosos del momento: es una lista casi anónima de personas co­rrientes que Jesús descubre mirándolas y llamándolas como gente maravillosa. El grupo de pescadores, el recaudador de impuestos, gente del pueblo, gente sencilla. Con sus pecados y con las gracias recibidas del cielo; con sus certezas y recia fe, y con sus du­das y sus trampas; con sus generosidades y con sus traiciones. En esa lista estábamos también todos nosotros, los que hemos venido después, con toda nuestra condición cla­roscura y agridulce, humana condición.

Primero les encargó una pequeña porción de tierra, una misión reducida. Sólo en el momento de su Ascensión dilatará Jesús esta misión y les enviará a toda la tierra, a toda la creación: “id y haced discípulos entre todos los pueblos”.

También hoy, muchos de nuestros contemporáneos no están allí donde Dios habla y actúa, donde narra bienaventuradamente que la vida es preciosa para quien la ve con los ojos de Dios y con su corazón la ama. Y también hoy, Jesús envía a la gente maravillosamente corriente para que cuenten gratis las maravillas de Dios: anunciando el Reino, curando enfermos, resucitando muertos, sanando leprosos y expulsando de­monios. Quiera el Señor concedernos su gracia y su luz para comprender nuestra mi­sión de hoy y cuáles son en este mundo las enfermedades, las muertes, las lepras y los demonios a los que Él nos envía para anunciar la gracia y la libertad.


+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y de Jaca
Domingo 11º del tiempo ordinario
15 junio 2008