XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Lucas 17,11-19. ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”

Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal

 

 

Comentario:


“¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”

Se ha repetido hasta la saciedad y lo seguimos diciendo que nos encontramos inmersos en momentos de crisis y de cambio socio-cultural profundo. En esta circunstancia con facilidad se subraya lo negativo y se mira lo pasado como algo que ya no sirve. De aquí que abunden las noticias negativas olvidando lo bueno y lo positivo que ha habido y hay en la historia de los pueblos.

No se cree en el pasado y hay que revisarlo todo: instituciones, estructuras, modelos de vida… Los mayores se sientan angustiados y no ven nada positivo en el momento actual. El desaliento, la amargura, la obsesión por lo negativo impide valorar, agradecer y disfrutar de lo bueno, grande y positivo que hay en la vida.

El texto evangélico de este domingo nos ofrece una clave sencilla que puede ayudar a resituar la actitud en el momento que vivimos. Es una llamada al agradecimiento. Jesús se queja amargamente porque de los diez leprosos curados, solamente uno, y precisamente un samaritano, es el que ”se echó a los pies de Jesús, dándole gracias”. Es el que de verdad ha reconocido el beneficio, el favor que se le ha hecho, tratando de corresponder con un sincero y profundo agradecimiento.

No se puede ser verdaderamente humano sin ser agradecidos. Hay que saber acoger con agradecimiento todo lo que hemos recibido en la vida. Para ser algo partimos de lo que recibimos de los demás. La vida, la salud, las fuerzas, el vivir diario, la cultura, el hablar, el desarrollo y el relacionarse, así como construir la propia personalidad solo es posible desde lo que recibimos de los demás y que encierra mucho esfuerzo, trabajo responsable, ilusión y constancia. No vivimos desenganchados de la historia. Somos un eslabón de esa cadena ininterrumpida donde nos apoyamos en el anterior y hemos de estar abiertos para los que vengan después.El refranero castellano lo sanciona con honda sabiduría: “De bien nacidos es ser agradecidos”.

En la dimensión cristiana de nuestra vida hemos de dar cabida al agradecimiento. Nos preocupamos mucho de las exigencias éticas de nuestra fe, olvidando nuestra relación gozosa con Dios que es Padre y no un legislador que impone leyes. Cuidamos el cumplimiento de unas prácticas religiosas y no acabamos de celebrar a un Dios que es fuente amorosa de vida. Por eso nuestro cristianismo más que una liberación parece una carga pesada que nos amarga la vida y no transmitimos el gozo y la ilusión del amor de Dios que se desborda paternalmente. Hay que redescubrir a Dios y vivir gozosamente su amor en una sincera acción de gracias. Si vivimos obsesionados por lo útil y práctico, no llegamos a descubrir la vida como regalo, agostando el agradecimiento. Si todo lo reducimos a consumir objetos, bienestar, noticias, sensaciones no es posible descubrir a Dios como fuente de vida más intensa y gozosa. Pasar por la vida manipulando a los demás, estrujando al máximo las cosas nos incapacita para contemplar la existencia como un don del Creador.

Solamente descubriendo, con gratitud, que existimos desde un origen gratuito y amoroso y llamados a una plenitud de vida es posible superar las limitaciones de nuestra pequeñez y debilidad, viéndonos curados de esa “lepra” que nos impulse a un agradecimiento verdadero y liberador. Hay que saber disfrutar del regalo de Dios a con gratitud.