XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Lucas 12, 32-48: “Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas”

Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal

 

 

Comentario:


Juan XXIII, en la encíclica Pacem in terris, estimula a estar atentos a los signos de los tiempos y saber leerlos. Es lógica esta invitación dado los cambios acelerados que se dan en nuestra sociedad. La historia humana no es algo estático sino dinámico porque es vida. Nuevas circunstancias y situaciones; nuevos problemas y logros; nuevas necesidades y horizontes. Siempre movidos por la búsqueda del desarrollo, la felicidad, el bienestar y encontrar el sentido de la vida. Jesús, también en el evangelio, nos habla de “interpretar el tiempo presente” (Lc 12,55).

Todo esto viene a que el evangelio de este domingo es una llamada fuerte a la vigilancia, a estar despiertos y siempre atentos porque la llegada del Hijo del Hombre es siempre sorpresiva, llega “a la hora que menos penséis”.

Este mensaje no se debe aplicar sólo a la espera de la segunda venida de Cristo. Ciertamente es así, pero tengamos en cuenta que Dios está viniendo siempre y se hace presente en la historia de la humanidad de muchas maneras. Los cambios, las nuevas circunstancias, todo lo que expresa la vida de una sociedad dinámica son presencias de Dios que no deja al hombre abandonado a su suerte. De aquí la exhortación a la vigilancia, a “tener ceñida la cintura y encendidas las lámparas” para saber responder a los nuevos retos que se nos presentan. Cuando Juan Pablo II nos habla de “nuevo ardor, nuevos métodos, nuevas expresiones”, para una evangelización actualizada, va en la línea de la vigilancia para dar una respuesta válida a las exigencias actuales. No vasta con estar siempre repitiendo lo mismo y de la misma manera.

Esta respuesta hay que darla desde la valentía, superando todo miedo, porque se ha experimentado el gozo del encuentro con el Resucitado que nos lleva a desprendernos de lo que puede impedir una auténtica evangelización. Ciertamente buscar nuevos métodos y expresiones supone una mirada atenta al mundo de hoy y un esfuerzo por saber ofrecer la verdad de siempre en cauces que la hagan más inteligible al hombre actual. El “no temas” está respaldado por la presencia del Espíritu que “está siempre con vosotros” (Jn 14,16) y “os irá guiando en la verdad toda” (Jn 16,13). Por eso hay que seguir con fidelidad el consejo de san Pablo: “No apaguéis el Espíritu” (1Tes 5,19).

La solicitud del administrador va en la línea de la actualización, recibiendo como recompensa la confianza plena de su Señor. La falta de solicitud y el abandono de la responsabilidad aprovechándose de unas circunstancias aparentemente seguras, es el anquilosamiento, el afianzarse a lo de siempre abocado a no dar el fruto esperado. La tarea evangelizadora, que compete a toda la Iglesia, es una tarea que ha de llevarse acabo desde el entusiasmo superando el miedo de dificultades adversas. Desde la apertura a tiempos nuevos con fidelidad exquisita a la verdad que no cambia. Desde el testimonio que mantiene alerta al que sabe que no es una teoría lo que ha de trasmitir, sino la experiencia que ha sido de verdad salvación.