Solemnidad Epifania del Señor
Mateo 2, 1-12:
“Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”

Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal

 

 

Comentario:

“Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”

La pregunta de los Magos, al llegar a Jerusalén, está motivada por la ocultación de la estrella que les puso en movimiento, les guió, con esperanza, por el camino hasta que desapareció. Quieren seguir adelante y culminar su hazaña. La fuerza de la estrella está latente en ellos impulsándoles a mantenerse en su empeño.

La palabra Epifanía es una palabra griega que significa manifestación de la divinidad. Manifestación que tuvo un primer momento,
"llegada la plenitud de los tiempos" (Gal 4,4), en la noche de Belén a los pastores, descubriendo el empeño de Dios de hacerse cercano al hombre: “Acampó entre nosotros” (Jn 1, 14), como Enmanuel, Dios-con-nosotros. Hoy esta manifestación es el desvelamiento de la universalidad de la salvación de Dios por Cristo para todos los hombres y naciones de todos los tiempos. Las tres lecturas bíblicas de la liturgia de esta fiesta lo afirman rotundamente. La estrella brilla lejos de las fronteras del pueblo judío.

Dios es para todos. Su salvación es para todos, porque esa salvación no es recompensa de unos méritos, sino la gratuidad sublime de un Padre que quiere lo mejor para todos sus hijos. Fiesta de la Epifanía del Señor, fiesta de la abolición de lo que pueda separar, distanciar, diferenciar a unos de otros. Todo ser humano es hijo de Dios.

En un mundo globalizado, donde se dan pasos para la unión económica y monetaria, pretendiendo que nuestro joven siglo pueda llamarse del hombre universal y planetario, andamos aún divididos y enfrentados, despedazados en bloques, razas, pueblos, naciones, regiones, lenguas. Se habla de la unión y qué poco se hace para que desaparezcan las divisiones. También los cristianos marcamos divisiones por particularismos ideológicos, motivaciones religiosas y sentimentales, encerrándonos en nuestras propias adhesiones y grupos.

Los Magos vieron la estrella, se ponen en camino saliendo de su comodidad, seguridad y esquemas fijos. Una actitud de búsqueda, provocada por una llamada, les impulsa a horizontes nuevos. No es fácil la aventura. No hay garantías de seguridad. Pero la luz de la estrella les encandila y con entusiasmo emprende la marcha. La estrella desaparece. Ellos siguen aferrados a su proyecto y preguntan buscando una orientación que pueda sacarlos de esa oscuridad que les desasosiega. Siguen con tesón logrando llegar a la meta:
“Cayendo de rodillas le adoraron”. Atentos a la estrella, dejando a tras lo de siempre, caminando con entusiasmo venciendo cansancios y obstáculos, buscando quien les reoriente, llevando en el corazón la ilusión de un encuentre gratificante, es el secreto de esta aventura que hoy celebramos.

¿Cómo cambiar a una actitud universal exigida por la adhesión de Cristo, Salvador de los hombres? El amor a Cristo hace universal al hombre. Los personajes protagonistas de este episodio son ejemplo y estímulo. La Epifanía del Señor es una llamada, como cristianos, a una vocación misionera. Si en nuestra vida no somos manifestación de Dios que es amor universal y fraternidad, justicia y liberación, esperanza y solidaridad, especialmente con los más pobres y marginados, no tiene sentido la celebración de hoy, falla muestra vida cristiana y nuestro seguimiento de Cristo. Todo en nosotros debe ser revelación de Dios, cuya visibilidad para el mundo de hoy pasa por nuestro testimonio ilusionante. Si se desvirtúa la sal, la luz de la comunidad cristiana, ¿cómo será visible el rostro y los rasgos de Dios? Estamos llamados a ser testigos de la luz de Cristo, estrella que llame y oriente para hacer presente a Dios en nuestro mundo.

Epifanía, manifestación de la salvación universal de Dios y compromiso misionero del cristiano.