XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mateo 10, 26-33: “Lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea”

Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal  

 

 

“Lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea”

El texto evangélico de este domingo es parte del discurso misionero de Jesús con las instrucciones a los Doce al partir a su primera misión apostólica. Lo que Jesús dice a los Doce es también para todo seguidor de Jesús, puesto que todo cristiano es “enviado” a difundir el mensaje de salvación. Practicar el cristianismo lleva consigo la evangelización.

La valentía en la profesión de la fe, la fortaleza apoyada en el poder providente del Padre y el testimonio a favor de Jesús son indispensables en toda acción evangelizadora.

Valentía y audacia que nace de la fuerza incontenible del Evangelio, de haberse encontrado personalmente con Cristo y haber optado sinceramente por El. El
“no tengáis miedo”, repetido tres
veces por Jesús, es aliento y fortaleza nacida de una auténtica postura creyente.

Cuando Jesús habla de miedo no se refiere sólo a la angustia ante un riesgo o incomprensión que puede sentir el creyente por causa de su fe. Es también la paralización en la fe por no perder la seguridad, comodidad o bienestar de unas prácticas y unas normas que le detienen a tomar unas decisiones de más apertura y compromiso como creyente. Es la preocupación de no ser entendido y acogido por responder con mayor autenticidad a las exigencias del evangelio.

Es fácil buscar en la religión un refugio seguro que nos libre de riesgos e incertidumbres. La fe no es un agarradero fácil para los asustadizos y conformistas. Es siempre una aventura de responder, con ilusión, osadía y generosidad, a la llamada a una renovación en la vida y de un compromiso abierto a los demás en los momentos en que se vive.

Siempre, pero también hoy, que vivimos en una sociedad más secularizada y descristianizada, la solidez de la fe se pone a prueba ante los criterios en boga sobre el amor y la familia, sexo y pareja, matrimonio y divorcio, vida y aborto, dinero y honestidad profesional, fe y compromiso social, justicia y derechos humanos. Confesar los principios inamovibles de la fe, guiarse de verdad por los criterios y valores evangélicos no hay que hacerlo desde una agresiva altanería, sino desde la humilde firmeza de quien sabe que la verdad orienta su vida.

Junto a la valentía y la audacia, Jesús anima a la inviolabilidad interior de la persona: “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”. No se trata de un dualismo de separación del cuerpo y del alma. Es la persona toda ella la que ante la fuerza del mal, la incomprensión, la persecución permanece firme aunque le sea arrebatada la vida. Su espíritu interior, su libertad y voluntad quedará intacta como tantas veces ha ocurrido en la historia.

Vivir de acuerdo con la fe cristiana, tomar partido por el evangelio, no avergonzarse de Cristo son actitudes necesarias que se sostienen y apoyan en el poder providente del Padre, que si cuida de los pajarillos, cuánto más se preocupará de sus hijos.

Nuestro testimonio en favor de Jesús aquí en la tierra, prepara una definitiva declaración suya a favor nuestro ante el Padre.

La audacia y la valentía, la fortaleza y la confianza providencial en Dios avaladas por el testimonio es la mejor respuesta a la crítica y rechazo que hoy se hace de la Iglesia, debido a la falsa imagen que la comunidad cristiana, fieles y pastores, damos con frecuencia de Dios y de Cristo y su mensaje por falta de autenticidad evangélica. Crítica y rechazo que ha de servir de purificación alentando a la conversión y a la fidelidad.