XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mateo 14,13-21: “Dadles vosotros de comer”Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal
“Dadles vosotros de comer”
El milagro de la multiplicación de los panes y de los peces lo recogen los
cuatros evangelistas lo que prueba la importancia que la Iglesia Apostólica
atribuyó a tal milagro por su largo alcance de signo. Tenemos el peligro de
quedarnos en el hecho portentoso, sin llegar al mensaje que encierra. Jesús no
fue un milagrero dedicado a realizar prodigios llamativos. Sus milagros son
signos que apuntan a una realidad nueva.
Intentemos leer, de manera acertada, este milagro. Viene motivado por la
compasión que siente Jesús de la gente que le seguía extenuada. Gente sencilla,
pobre, necesitada, hambrienta no sólo de pan sino también de comprensión, cariño
y acogida. Ante esta situación la actitud de los apóstoles fue desentenderse del
problema, y que cada uno busque la mejor solución:
“Despide a la
multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer”.
La de Jesús es bien opuesta y comprometida:
“Dadles vosotros de comer”. Los seguidores de
Jesús no pueden cerrar los ojos ante situaciones de necesidad, sino aportar lo
que se tenga aunque sean
“cinco panes y dos peces”.
Lo hemos oído muchas veces y las estadísticas las tenemos delante. Es grande la
multitud de personas que hoy sienten escandalosa necesidad de pan, de trabajo,
de vivienda, de dignidad personal, de cultura, de estima, de afecto, de paz, de
libertad, congregando la pobreza en nuestra sociedad a ancianos solitarios,
enfermos terminales, niños sin familias, madres abandonadas, drogadictos… En fin
gente extenuada y agobiadas cuyos rostros nos interpelan fuertemente.
La multiplicación de los panes y de los peces nos invita a descubrir el proyecto
de Jesús: ser sensibles a las necesidades del hermano desde una fraternidad
compartiendo “su pan y su pescado”. Para el cristiano la fraternidad es la única
manera de construir el Reino de Dios entre los hombres, y estamos llamados a
descubrir nuevas formas de crear una fraternidad más estrecha y viva en nuestro
mundo. Hemos de aprender a vivir con un estilo más fraterno, escuchando las
necesidades del hombre actual.
“Dadles vosotros de comer”,
porque la misma escena evangélica se repite hoy en nuestro mundo, extendida a
millones de seres humanos que también tienen hambre.
“Dadles vosotros de
comer” es un envío a
trabajar con entusiasmo, interés y denodadamente para que cambien las
estructuras de un mundo insolidario, desigual y cruelmente injusto.
Este relato apunta a la Eucaristía, sacramento “fuente y cumbre de la vida
cristiana” (LG 11). Sacramento de unidad y vínculo de caridad al compartir en la
misma mesa el mismo Pan, alimento del nuevo Pueblo de Dios. Eucaristía que nos
impulsa al compromiso ineludible. El “podéis ir en paz”, conclusión de la
celebración eucarística, tiene un claro paralelismo con el
“Dadles vosotros de comer”.
La Eucaristía no es para encerrarse en un simple narcisismo piadoso. Es, desde
el encuentro con Cristo y la Comunidad, impulsados por el Espíritu, un envío
apremiante para responder a tanta gente extenuada que espera fuera de las
paredes del templo.
No podremos multiplicar el pan para remediar tanta miseria. Si podemos
multiplicar el pan del amor en torno nuestro mediante la acogida y el compartir.
Es el pan que está en nuestras manos y que nadie rechaza porque no le humilla.
Es el amor y el respeto a su dignidad como persona que se siente aceptada por sí
misma. Es el pan que más se hambrea en nuestro mundo y siempre nos es posible
darlo.