Solemnidad. Santa María, Madre de Dios
Lucas 2, 16-21: “Encontraron a María y a José y el Niño acostado en el pesebre”

Autor: Padre Joaquín Obando Carvajal

 

 

“Encontraron a María y a José y el Niño acostado en el pesebre”

Varios aspectos enriquecen este primero de Enero dentro del ciclo de Navidad: la Octava de Navidad, la Circuncisión de Jesús, la solemnidad de Santa María Madre de Dios, la Jornada Mundial por la Paz y el comienzo de un Nuevo Año.

Lo que más llama la atención es el comienzo de un Año Nuevo. El ambiente está saturado de felicitaciones y buenos deseos para el año que comienza: Feliz Año Nuevo, ¡ojala sea así para todos! Felicidad y bondad que no surge automáticamente al intercambiar felicitaciones. Es tarea lenta y continuada que va fraguándose día a día desde la buena voluntad, el trabajo bien realizado, la apertura generosa y comprensiva hacia los demás y la actitud de miras de un buen corazón.

Todos estos matices de esta fiesta caben perfectamente en la celebración litúrgica, que si bien está centrada en la Maternidad Divina de María, lo demás también no pasa desapercibidos. La liturgia no está desencarnada de la vida, se enriquece de ella y vuelve a la vida con una luz nueva y un compromiso generoso. Hecha de oraciones, ritos, ceremonias y palabra de Dios, ofrece unas claves que pueden garantizar los buenos deseos para el año que comenzamos.

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda la paz”. Esta bendición del libro de los Números no es sólo buenos deseos, sino también súplica sencilla y confiada buscando la gracia de Dios para el bien que nos deseamos. Consuela saber que Dios nos acompaña en el camino de la vida, nos protege y nos mira con amor.

El Niño que nos ha nacido nos trae el gran regalo de su Espíritu que nos hace hijos pudiendo llamar a Dios Padre con todas las de la ley. Realidad que nos desborda y exige una respuesta viviendo la fraternidad garantía segura de la paz y del bien en el año nuevo.

Un año nuevo es un camino que se inicia y que hay que recorrer siempre en actitud de búsqueda y superación. Los pastores, avisados por el ángel salieron presurosos en busca de lo que se les habían anunciado. Encontraron lo que no esperaban: a José, a María y al Niño, volviendo a su faena con una luz y fuerza nuevas.

Finalmente la imagen de María “que conservaba todas estas cosas en su corazón”, es una invitación a la escucha y la contemplación para saber llegar a la profundidad del corazón y vivir con responsabilidad y serenidad, lo opuesto a la disipación y al olvido, a la palabrería y a las discusiones donde todo es superficialidad e irresponsabilidad.

La paz anunciada por los ángeles la noche de Navidad don inapreciable y del que tanto necesita nuestro mundo, hoy es exigencia de compromiso sincero y responsable para ser constructores de paz en nuestro ambiente y en el cotidiano vivir. Paz que es fruto de la justicia, la comprensión, el respeto, el perdón, la sinceridad y la ayuda al más necesitado que todos podemos hacer realidad en nuestra vida para que desaparezcan tanto odio, explotación y guerras. Paz que pedimos, en esta Jornada Mundial de la paz, con sencillez y confianza a Dios siendo nuestra oración una manifestación de nuestro compromiso por la paz. FELIZ AÑO 2009.