Domingo II del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
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Lecturas:
o
Profeta Isaías
62, 1-15
o
Primera carta de
San Pablo a los Corintios 12, 4-11
o
Juan 2, 1-12
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Quedaron atrás las celebraciones navideñas y las fiestas
de fin de año. También
van llegando las cuentas que hay que pagar… Las
oficinas y negocios abren sus puertas para atender a los clientes, los colegios
y universidades reanudan sus actividades educativas. Poco a poco retorna la
normalidad a la ciudad.
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En esta eucaristía pidamos que en este nuevo año
los secuestrados retornen a sus hogares, se
concreten
las difíciles conversaciones del gobierno con las
autodefensas y la guerrilla, los desplazados puedan regresar a sus pueblos y
parcelas, se consoliden los índices de crecimiento económico de manera que
aumente el empleo y haya pan y bienestar para todos los colombianos.
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La liturgia de
este domingo propone a nuestra consideración el relato de las Bodas de Caná, que
es el primero de los milagros o signos con que Jesús inaugura su vida
apostólica.
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Dentro de este
texto quisiera referirme a tres aspectos: en primer lugar, el clima que rodea
esta primera manifestación de Jesús; en segundo lugar, el papel que desempeña
María; y, en tercer lugar, la razón de ser de los milagros o signos obrados por
Jesús.
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Exploremos, en
primer lugar, el clima que rodea esta primera actuación pública de Jesús:
o
Llama positivamente la atención que Jesús haya escogido
una fiesta de matrimonio para iniciar su actividad evangelizadora. Al escoger un
evento alegre y no uno triste, ¿qué mensaje nos
comunica Jesús? Simplemente nos está diciendo que la buena noticia que viene a
anunciar es algo que llena las aspiraciones del ser humano y nos traza el camino
de la felicidad.
o
Dios nos ha
creado para ser felices; Dios no quiere que arrastremos una existencia sombría,
triste. Obviamente, en la vida experimentamos momentos muy dolorosos; pensemos,
por ejemplo, en la pérdida de los seres queridos, los sufrimientos afectivos,
los problemas de salud, las estrecheces económicas, entre otros males.
o
Debemos afrontar
estos capítulos dolorosos de la vida como oportunidades de crecimiento y de
maduración. Si respondemos positivamente a estas crisis, saldremos fortalecidos
como individuos y como grupo familiar.
o
Al escoger el
escenario de una boda para su primera actuación pública, Jesús nos dice que el
amor de la pareja está bendecido por Dios, que es maravilloso encontrarse con
los familiares y amigos para compartir los momentos especiales de la vida, que
el vino y la música, usados responsablemente, facilitan la comunicación entre
los seres humanos.
o
Frente a esta visión amable y positiva de la vida, hay
creyentes que proclaman
una visión negativa de la religión y que ven con
sospecha las manifestaciones de alegría. No nos dejemos contaminar de su
pesimismo.
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En segundo lugar,
analicemos el papel que desempeña María dentro de este relato:
o
Su sensibilidad
femenina le permitió darse cuenta del difícil momento que pasaban los
anfitriones pues el vino se estaba acabando.
o
Todos nosotros
hemos tenido invitados en nuestra casa, y todos hemos vivido pequeñas o grandes
emergencias. El evangelio nos dice que allí había seis tinajas de piedra, con
una capacidad de cien litros cada una. Estamos hablando de seiscientos litros de
agua que fueron convertidos en el mejor vino… Esto nos permite suponer que se
trataba de una fiesta con muchos invitados.
o
Ella captó la
gravedad de la situación e intercedió ante su Hijo. Acerquémonos con confianza a
María, madre de Dios y madre nuestra. Compartamos con ella nuestras alegrías y
tristezas. Podemos estar seguros de que intercederá por nosotros ante su Hijo.
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Finalmente
hagamos un breve comentario sobre las últimas
líneas del evangelio de hoy: “Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos,
manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él”:
o
Los milagros y signos realizados por Jesús no pretendían
alimentar la curiosidad de sus contemporáneos,
ávidos de espectáculo.
o
Su finalidad era
esencialmente religiosa, en cuanto buscaba manifestar el poder de Dios, abrir
los corazones a la acción de la gracia y suscitar la fe.
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Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Que este
texto de las Bodas de Caná alimente en nosotros la alegría de vivir y nos ayude
a establecer con Dios y con los hermanos una relación amable y positiva,
fortalezca nuestra confianza en María, la intercesora por excelencia, y
purifique nuestra fe de los
sensacionalismos.