Domingo de Ramos, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

   

ü Lecturas:

o   Profeta Isaías 50, 4-7

o   Carta de San Pablo a los Filipenses 2, 6-11

o   Lucas 23, 1-49

 

ü Con el Domingo de Ramos comienza la Semana Santa, que es el periodo litúrgico más importante del año, pues en ella conmemoramos el misterio central de nuestra fe, la muerte y resurrección de Cristo.

 

ü La segunda lectura que hemos escuchado, tomada  de la Carta de  San Pablo a los Filipenses, expresa,  con gran  precisión teológica, los dos momentos del misterio pascual, la humillación de Jesús y su glorificación:

o   “Cristo,  a pesar de su condición divina, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz”. Nosotros, que hemos nacido dentro de la comunidad creyente, estamos familiarizados con la imagen de Jesús crucificado. Pero para una persona extraña a la Iglesia, la cruz es motivo de escándalo y la juzga como una locura, pues  considera absurda la idea de que el Hijo de Dios haya vivido semejante drama por amor a la humanidad. Simplemente es impensable esta locura de amor.

o   Pero la historia de Cristo no termina el Viernes Santo. Se abre un segundo capítulo, el de su glorificación, bellamente expresado por San Pablo en el texto que acabamos de escuchar, tomado de la Carta a los Filipenses: “Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el Nombre – sobre – todo – nombre, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, y toda lengua proclame ¡Jesucristo es Señor! para gloria de Dios Padre”.

o   Así, pues, expresa San Pablo los dos momentos del misterio pascual: tinieblas y luz, humillación y exaltación, Viernes Santo y Domingo de resurrección.

 

ü En este Domingo de Ramos iniciamos la conmemoración del misterio pascual, que es el fundamento de nuestra fe. Los invito a que tratemos de  reconstruir con nuestra imaginación los sucesos de aquel día:

o   Cada año los judíos se reunían para celebrar la fiesta de la Pascua. Con este motivo acudían a  Jerusalén peregrinos de todas partes. El ambiente de la ciudad se caracterizaba por la alegría y por los sentimientos nacionalistas.

o   En la fiesta de la Pascua los judíos  conmemoraban su liberación de la esclavitud de Egipto y se encendían los ideales libertarios del pueblo, sometido al poder de los romanos; alimentaban los sueños en  un Mesías que restauraría las viejas glorias de Israel.

o   Es importante tener en cuenta este contexto para poder entender el significado de la entrada de Jesús en Jerusalén, la cual no fue una ordenada procesión religiosa con cantos y oraciones, sino una ruidosa manifestación donde se mezclaban sentimientos políticos  y religiosos.

 

ü ¿Cuál es el mensaje central de la celebración del Domingo de Ramos?

o   Jesús hace su entrada triunfal en Jerusalén, capital religiosa y política de Israel, no con el orgullo propio de los caudillos vencedores que han aplastado a sus enemigos y que, en consecuencia, llegan para ser ovacionados por las multitudes.   Por el contrario, es el Mesías que viene a servir a su pueblo. Este mensaje nos lo transmite al entrar montado en un burrito, animal que carece de todo significado triunfal y que es sinónimo de humildad.

o   En el evangelio hay una frase que suele pasar desapercibida; se trata de las instrucciones que Jesús da a sus discípulos de ir al pueblo vecino; les dice que allí encontrarán un burrito atado; les pide que lo desaten y lo traigan. Desatar el  burro es sinónimo de desatar las profecías sobre el Mesías, las cuales habían permanecido amarradas a las esperanzas de un Ungido poderoso y triunfador. Al pedir a sus discípulos que desaten el burrito, espera que ellos  finalmente entiendan cuál es el proyecto mesiánico que Él encarna, totalmente ajeno a los protagonismos y que se construye desde la humildad. Así Jesús inaugura un Reino diferente.

o   El texto de Lucas nos describe cómo fue evolucionando esta procesión. El entusiasmo iba en aumento: cubrían el piso con sus mantos, cantaban, gritaban, bendecían a Dios.

o   Evidentemente, no todas las personas presentes compartían los sentimientos mayoritarios de la multitud y trataban de acallar sus voces. La presencia de Jesús, sus palabras y acciones, fueron y continuarán siendo motivo de polémica, pues ha venido a desinstalarnos, a cuestionarnos, a denunciar el viejo orden para instaurar un orden nuevo a partir de unos valores diferentes.

 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Los invito a celebrar con devoción las ceremonias del Jueves y del Viernes Santo, en las cuales  la liturgia nos hace manifiesto el amor sin límites de Dios hacia nosotros; los invito a  compartir esa explosión de alegría y de optimismo de las campanas de gloria  que anuncian que  Jesús ha resucitado.