Domingo II de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

   

ü Lecturas:

o   Hechos de los Apóstoles 5, 12-16

o   Apocalipsis 1, 9-11ª-. 12-13.17-19

o   Juan 20, 19-31

 

ü El evangelio que este II Domingo de Pascua propone a nuestra consideración muestra a Jesús resucitado que interactúa con los discípulos. Y esto lo hace en dos momentos: primero se dirige al grupo y luego lo hace de  manera particular a Tomás. 

ü Empecemos nuestra reflexión dominical analizando la experiencia de Jesús resucitado que viven los discípulos:

o   El evangelista Juan no tiene dificultad en  reconocer el estado de ánimo de los inmediatos seguidores de Jesús: estaban encerrados por miedo a los judíos. Su situación anímica  se explicaba por los acontecimientos que habían vivido en esos días.

o   Estando en esta situación, se les aparece Jesús. ¿Qué les dice? Recordemos que los discípulos no se habían destacado por su valor; a partir del momento en que Jesús fue hecho prisionero, ellos se dispersaron. Lo natural hubiera sido que Jesús les hubiera “jalado las orejas” porque lo habían dejado solo. Pero no fue así. Jesús, en vez de echarles en cara su cobardía, les dirige un saludo muy efusivo: “paz con ustedes”.

o   Este saludo se repetirá en todas las apariciones de Jesús. La paz es el gran regalo del Resucitado. Por eso el rito de la misa ha integrado este saludo.

o   El grupo de discípulos, duramente golpeado por los acontecimientos de los últimos días, encuentra en Jesús la fuerza liberadora de sus miedos.

o   Tenemos que reconocer que el miedo nos paraliza: los padres de familia se sienten intimidados por los hijos y no se atreven a ejercer su autoridad; los educadores son  complacientes ante los desmanes de sus alumnos y son flojos en las exigencias académicas y disciplinarias; el miedo impide que expresemos nuestro desacuerdo ante los comportamientos incorrectos de amigos y colegas. Siempre callamos.

o   En este domingo de Pascua, pidámosle al Resucitado que recuperemos la libertad interior y que seamos capaces de actuar según nuestra conciencia.

o   El texto evangélico nos cuenta que Jesús sopló sobre ellos. Para comprender la riqueza teológica de este gesto debemos revisar las primeras páginas de la Biblia, donde se nos relata que Dios Creador infundió la vida mediante un soplo al ser humano, hecho a su imagen y semejanza. El paralelo es muy sugestivo: según el libro del Génesis, Dios comunicó la  vida a  la humanidad mediante un soplo; Jesús  re-crea mediante un soplo, es decir, hace nacer a una vida nueva a la comunidad de sus discípulos,   gracias a su muerte y resurrección.

o   En este tiempo de Pascua pidamos a Jesús resucitado que su soplo de vida revitalice a las personas y a las comunidades que sufren por la enfermedad, la soledad, la pobreza y  la violencia.

 

ü Al principio de nuestra reflexión dijimos que el evangelio de hoy nos mostraba a Jesús resucitado interactuando con sus discípulos; ya hemos visto cómo actuó con ellos. Ahora veamos cómo interactuó con Tomás:

o   El comportamiento de este discípulo es muy interesante, pues rechaza el testimonio de sus colegas,  quienes habían visto a Jesús resucitado, y exige tener una experiencia directa. La actitud de Tomás privilegia el individualismo sobre los valores comunitarios.

o   Los escépticos de nuestra sociedad, que consideran que la experiencia sensible es el único criterio para establecer la verdad, miran con simpatía a este apóstol que condicionó su aceptación de la resurrección a ver en las manos de Jesús la señal de los clavos, tocar sus heridas y palpar el costado que había sido perforado por la lanza.

o   Ciertamente debemos reconocer que lo cuantitativo es muy importante para el desarrollo de la ciencia. Pero la verdad no se agota en el ámbito de la experiencia sensible. Existe un espacio muy amplio, que desborda lo puramente cuantitativo: me refiero a lo cualitativo, a los valores, a las motivaciones profundas que brotan de la filantropía y del amor que no pueden ser analizadas por ningún laboratorio en el mundo.

o   Según nos lo cuenta el evangelistas Juan, ocho días después, Jesús se volvió a aparecer a sus discípulos; Tomás ya se encontraba con el grupo. Jesús, después de saludarlos, se dirigió a Tomás y lo invitó a verificar con sus sentidos que era él mismo y no una ilusión: “trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo sino creyente”.

o   Tomás se rindió ante la evidencia y confesó: “Señor mío y Dios mío”, que es la profesión de fe por excelencia de la primera comunidad cristiana.

 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Que la presencia de Jesús resucitado en nuestras vidas nos ayude a superar los miedos que nos paralizan para actuar y para opinar. Que la paz del Resucitado transforme las relaciones interpersonales, así como las estructuras sociales y económicas.