Domingo XI del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
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Lecturas:
o
Libro II de
Samuel 12, 7-10. 13
o
Carta de San
Pablo a los Gálatas 2, 16. 19-21
o
Lucas 7, 36-50
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El tema teológico
alrededor del cual gira la liturgia de este domingo es el perdón de los pecados.
A través de las tres lecturas podemos darnos cuenta de los avances del Nuevo
Testamento sobre el Antiguo Testamento en lo referente al perdón:
o
En la primera
lectura se nos narra el grave pecado del rey David quien, teniéndolo todo, se
encaprichó de la esposa de un oficial del ejército, el cual se llamaba Urías;
para desembarazarse de su rival, lo envió al frente de batalla, donde encontró
la muerte. El profeta Natán le anunció el castigo de Dios. David se arrepintió
sinceramente y fue perdonado.
o
En la segunda
lectura, San Pablo nos muestra un avance en cuanto a la teología del perdón de
los pecados: “El hombre no se salva por cumplir la ley sino por creer en Cristo
Jesús”.
o
El tema del
perdón, obtenido por la fe y el amor, es hermosamente desarrollado en el
evangelio de hoy, que nos presenta la parábola de los dos deudores.
Profundicemos en el texto del evangelista Lucas.
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Si observamos atentamente este relato, nos
damos cuenta de que tenemos ante nosotros dos
parábolas:
o
La primera es la
que Jesús cuenta al fariseo que lo ha invitado a su casa, y que tiene como tema
los dos deudores.
o
La segunda es una
parábola “en vivo y en directo”, y es interpretada en la vida real por un
fariseo que refleja los prejuicios propios de su grupo religioso y social, y por
la mujer que irrumpe en su casa, cuya hoja de vida es ampliamente conocida por
todos los presentes. Recordemos que “pueblo pequeño es infierno grande”; por eso
la conducta de esta mujer era objeto de los chismes.
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Vale la pena que
analicemos los rasgos de la personalidad del fariseo y de la pecadora. Empecemos
por el fariseo:
o
El anfitrión
había preparado cuidadosamente el protocolo para la visita de Jesús. También
había invitado a unos amigos, que pertenecían a su mismo grupo religioso. El
protocolo previsto se vio bruscamente alterado por la presencia de esta mujer,
que no estaba invitada y cuya vida era escandalosa. Como el anfitrión se
consideraba del grupo de los buenos, tuvo pensamientos torcidos acerca de Jesús:
“si este fuera profeta sabría quién es la mujer que lo está tocando”. Este
pensamiento torcido, que descalificaba a Jesús, brotaba de su orgullo.
o
Dostoievsky, el gran literato ruso, decía que
si los pensamientos de los seres humanos olieran,
se esparciría por el mundo un hedor tan insoportable que todos morirían
apestados.
o
Jesús no sólo
percibió el mal olor de los pensamientos del fariseo sino que los leyó como si
estuvieran escritos en un libro abierto: “Simón, tengo que decirte una cosa…”
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Después de haber
visto algunos de los rasgos de la personalidad de Simón el fariseo, pasemos a la
mujer:
o
No conocemos su
nombre, alrededor del cual se han tejido muchas especulaciones. ¿Esta mujer
anónima se podría identificar con María Magdalena, de la cual habían salido
siete demonios? ¿María Magdalena no sería por casualidad María de Betania, quien
regaló a Jesús un fino perfume?
o
Unos dicen que se
trata de la misma mujer; otros sostienen que son dos mujeres distintas; otros
afirman que se trata de tres mujeres diferentes. El tema de su identidad no nos
preocupa mayor cosa… Lo que sí sabemos es que su presencia provocó un escándalo
porque todos conocían cuál era su oficio.
o
Probablemente
esta mujer ya había escuchado las predicaciones de Jesús y había quedado muy
impresionada.
o
Cada uno de nosotros tiene su manera particular de rezar.
La oración de esta mujer pecadora está hecha de
silencio y lágrimas. Su liturgia, bañada de ternura, utiliza un vaso lleno de
perfume y sus cabellos para expresar su fe y su agradecimiento a Jesús. Ella
inventa los ritos de esta liturgia del perdón y del amor.
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Este relato
evangélico tiene un rico contenido teológico:
o
El primer mensaje
es la acogida del pecador. Ante la presencia de la mujer, Simón el fariseo
reacciona con una murmuración interior y con desprecio. Jesús, por el contrario,
da muestras de acogida y de comprensión. Ve en ella a un ser necesitado de amor,
de reconciliación y de paz. Esta actitud amable de Jesús ante los excluidos de
la sociedad debería hacernos revisar nuestras actitudes. En nombre de la
decencia y de las buenas costumbres, muchos católicos discriminan a ciertos
grupos negándoles el derecho de acercarse a Dios dentro de la Iglesia.
o
El segundo
mensaje es el perdón, el cual viene de Dios, gratuitamente, de su amor
misericordioso. Pero para que haya perdón hay que reconocerse pecador; y esto no
es fácil porque no aceptamos que tenemos que corregir el rumbo de nuestras
vidas. La sociedad ha perdido el sentido del pecado y considera como normales
comportamientos abiertamente en contra del amor y la justicia. El verdadero
pecado es la falta de amor y el perdón no es otra cosa que experimentar la
plenitud del amor.
o
El tercer mensaje es el agradecimiento. El gesto de esta
mujer está motivado por la gratitud hacia el único hombre
que la había tratado con respeto, que no la había
mirado como un objeto que se usa y después se desprecia,
hacia el único hombre que no la había censurado
sino que la había aceptado como era para invitarla a cambiar de vida. La gracia
de Jesús la había transformado por dentro y ahora ella quería expresar su
infinito agradecimiento.
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Es hora de
terminar nuestra meditación dominical que ha tenido como tema central el perdón.
Reconozcamos nuestras fallas, no nos disculpemos, y acerquémonos con amor y
agradecimiento a Jesús, que nos invita a abrir un nuevo capítulo en nuestras
vidas.