Domingo XIV del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

   

ü Lecturas:

o   Profeta Isaías 66, 10-14c

o   Carta de San Pablo a los Gálatas 6, 14-18

o   Lucas 10, 1-12. 17-20

 

ü El evangelio de hoy nos relata la misión que Jesús confió a setenta y dos discípulos, a los cuales envió a anunciar la buena noticia. Vale la pena recordar que San Lucas es el único evangelista que trae dos relatos misioneros diferentes: el primer relato tiene como protagonistas a los doce Apóstoles; el segundo relato se refiere a setenta y dos seguidores de Jesús.

 

ü Los estudiosos de la Biblia explican que el número 72  expresa universalidad; en este contexto que nos ocupa, la universalidad significa, por una parte,  que toda la comunidad es misionera, es decir, que la tarea de anunciar a Jesús resucitado no es tarea reservada a los obispos, sacerdotes y religiosos; la universalidad también significa que este anuncio debe ser llevado a todos los rincones de la tierra.

 

ü El texto nos dice que los evangelizadores fueron enviados de dos en dos. Esto significa que la construcción del Reino de Dios debe hacerse en equipo, en comunidad, y no es el resultado de heroicos esfuerzos individuales.

 

ü Jesús, que ha sufrido el rechazo de sus contemporáneos, sabe que sus heraldos tendrán que superar serios obstáculos:

 

o   Para que ellos no se llamen a engaño y  sueñen con una evangelización color de rosa, les dice: “Los envío como corderos en medio de lobos”.

o   La Iglesia, a lo largo de dos mil años de historia, ha experimentado esta cruel realidad; ha tenido que enfrentar el rechazo de aquellos que se sienten afectados por la propuesta de Jesús, quien trae un orden nuevo, inspirado en la justicia y el amor, en el que no hay lugar para los explotadores, para los violentos y para los arrogantes. Estos son los lobos de los que habla Jesús.

 

ü Jesús es consciente de la magnitud de la tarea que espera a sus enviados; por eso les dice: “La mies es abundante y los obreros pocos; rueguen, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies”. Ciertamente nos sentimos desbordados por  la cantidad y complejidad de los problemas del país: desplazamiento forzado, pobreza, violencia, maltrato familiar, analfabetismo, etc. Nuestros pobres recursos humanos pueden hacer muy poco para transformar estas dolorosas situaciones. Pero no estamos solos. Fortalecidos con la oración, comprometámonos con la transformación de aquella pequeña área en la que nos movemos. Si todos hacemos nuestra tarea, cambiará el país.

 

ü Jesús da unas instrucciones muy precisas a sus enviados: “No lleven equipaje, ni alforja, ni sandalias”. A través de estas gráficas expresiones, Jesús motiva a sus seguidores a que no pongan su confianza en los bienes materiales, nos exhorta a no apegarnos a las comodidades. Cuando tenemos que cambiar de casa nos aterramos ante la cantidad de objetos inútiles que hemos guardado durante años. Los invito a revisar, con corazón desprendido, nuestro “clóset”. ¡Cuánta ropa que no usamos desde hace tiempo y que sería muy bien recibida por personas necesitadas! Debemos recorrer el camino de la vida ligeros de equipaje...

 

ü Jesús, profundo conocedor del corazón humano, sabe por experiencia que sus enviados, unas veces serán bien recibidos y otras veces serán rechazados. Por eso les da instrucciones para manejar estas situaciones. Si son bien acogidos, deben aprovechar el espacio que se les brinda; si son rechazados, no pueden imponer por la fuerza sus convicciones ni se deben sentirse frustrados; por el contrario, los invita a continuar. Tenemos que estar preparados para vivir todas estas situaciones, desde las amables hasta las frustrantes; son los gajes del oficio

 

ü Aunque se nos ha confiado la misma misión a las diversas generaciones de cristianos, sin embargo cada época tiene sus particularidades. Pensemos en lo que fue la evangelización del Imperio Romano o la catequesis de las tribus del norte de Europa o el trabajo realizado  en América por los misioneros.

 

ü Pues bien, nos corresponde anunciar el mensaje de Jesús resucitado en un mundo que ha perdido el sentido de lo religioso:

 

o   Los hijos y los nietos de  hogares tradicionalmente católicos sólo entran a la iglesia en circunstancias especiales.

o   La sociedad de consumo tiene una propuesta de felicidad basada en el disfrute de los sentidos.

o   Los valores espirituales quedan ahogados por la búsqueda de la eficiencia que pretende medir la acción humana por indicadores exclusivamente cuantitativos.

o   Es muy difícil anunciar  el programa de Jesús, maravillosamente sintetizado en las bienaventuranzas, en semejante contexto.

 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical sobre la misión que el Señor confía a cada uno de nosotros, simbolizada en el envío de estos setenta y dos discípulos. Asumamos con entusiasmo  la tarea de ser promotores de paz, justicia y reconciliación en la familia, en el trabajo, en el grupo de amigos, en la sociedad civil.