Domingo XIX del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

   

ü Lecturas:

o   Libro de la Sabiduría 18, 6-9

o   Carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19

o   Lucas 12, 32-48

 

ü Cuando un piloto va a iniciar un viaje, prepara cuidadosamente el plan de vuelo. Esta preparación implica  seleccionar   la ruta que va a seguir, definir la altura de crucero dependiendo de las montañas, consultar los pronósticos meteorológicos, calcular el combustible necesario, controlar el peso de la carga, etc. Si el piloto quiere realizar un vuelo seguro, deberá  atender numerosos asuntos. Sería una irresponsabilidad imperdonable dejarlo todo para última hora.

 

ü  Por esos misterios de  la libertad humana, encontramos personas que van por la vida sin definir un plan de vuelo, es decir, sin fijarse unas metas, sin optar por unos valores. Viven el día a día, en la más absoluta improvisación, a merced de los sentimientos que van experimentando.

 

ü Es obvio que estas personas son incapaces de establecer un hogar pues semejante proyecto exige compromisos y opciones a mediano y largo plazo. Igualmente,  estas personas son problemáticas dentro de una empresa pues su compromiso no es sólido y dependen de su estado de ánimo cambiante.

 

ü Por eso los consejeros invitan a trabajar en la definición de nuestro proyecto de vida:

o   Cuando hablo de consejeros me refiero, de manera general, a los padres de familia, educadores, psicólogos, sacerdotes.

o   Definir el proyecto es como trazar el plan de vuelo. Es una tarea que toma tiempo, y por la improvisación se paga  un alto precio.

o   Definir el proyecto de vida es buscar respuesta a preguntas tales como: ¿para qué sirvo en la vida? mis cualidades e intereses, ¿hacia dónde me orientan? ¿cómo quisiera verme en 5, 10, 15 años? ¿cómo quisiera realizarme afectivamente: formando una familia o quizás dentro de una vida sacerdotal?

o   Se trata de preguntas muy serias, cuya respuesta no es fácil.

 

ü Si a estas preguntas damos respuestas apresuradas y simplistas, nuestro futuro será mediocre. Por el contrario, si las tomamos en serio, podremos trazar un proyecto de vida interesante, retador, en el que desarrollaremos todas las dimensiones de nuestro ser: las dimensiones intelectual, afectiva, social, estética, ética, política, lúdica, espiritual. Depende de nosotros, solamente de nosotros, diseñar un proyecto de vida interesante y armónico, o hacer de nuestra existencia algo vulgar y carente de interés.

 

ü Este es el tema de reflexión que nos plantea el evangelio de hoy, que nos invita a mirar hacia el futuro, a no desperdiciar los meses y los años en una improvisación lamentable.

 

ü Esta invitación a vivir vigilantes, despiertos, preparados, la hace Jesús mediante tres comparaciones, que se relacionan con situaciones que sus oyentes conocían muy bien::

o   Primera invitación: “Parézcanse a los criados que aguardan a que su patrón vuelva de la fiesta, para abrirle apenas llegue y llame”

o   Segunda invitación: “Sean como el dueño de casa que espera en cualquier momento la inoportuna llegada del ladrón”

o   Tercera invitación: “Aprendan del administrador fiel y cuidadoso, a quien su jefe puso al frente para repartir a sus empleados la ración a su debido tiempo, y que al llegar lo encuentra cumpliendo su obligación”

 

ü A través de estas imágenes sencillas, tomadas de la vida diaria, Jesús nos invita tomar en serio la definición de  nuestro proyecto de vida:

o   Hay que dedicarle tiempo  a la planeación de nuestra vida y también hay que consultar a  personas de experiencia porque nos podemos equivocar.

o   En la definición y puesta en marcha del proyecto de vida tenemos que combinar la firmeza con la flexibilidad: la firmeza nos exige tomar decisiones consistentes de manera que no estemos a merced de los caprichos y las modas; la flexibilidad nos  motiva  para hacer aquellos ajustes que la vida nos impone, los cuales con frecuencia son dolorosos, pero  deben ser asumidos con realismo.

o   Los empresarios aquí presentes saben que la marcha de sus organizaciones exige un proceso continuo de planeación – ejecución – evaluación – ajustes. Lo mismo sucede con nuestro proyecto de vida.

 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Jesús nos exhorta a tener una visión de futuro, a definir con claridad lo que queremos realizar, a administrar responsablemente el tiempo que nos ha sido asignado y las cualidades y oportunidades que se nos han dado. No olvidemos que la vida la tenemos prestada.