Domingo XXI del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

ü Lecturas:

o   Profeta Isaías 66, 18-21

o   Carta a los Hebreos 12, 5-7. 11-13

o   Lucas 13, 22-30

 

ü El evangelio de hoy da respuesta a una pregunta formulada por uno de los que escuchaban a Jesús: “Señor, ¿serán pocos los que se salvan?”:

o   Los seres humanos sentimos una enorme curiosidad por lo que encontraremos después de la muerte. ¿Qué nos espera? Ciertamente, la fe nos dice que veremos a Dios cara a cara, lo cual nos llena de esperanza.

o   La pregunta por lo que encontraremos después de la muerte está relacionada con la justicia de Dios: ¿cómo juzgará lo que hemos hecho? ¿cómo se articulan la justicia y la misericordia de las cuales nos habla la Biblia? ¿cuál será la suerte  de aquellos personajes de la historia que han sido causantes de tanto dolor, sangre y lágrimas? ¿cómo serán juzgados los explotadores, los  violadores, los corruptos?

o   La pregunta del personaje anónimo del evangelio de hoy se la está haciendo la humanidad desde hace miles de años.

 

ü Jesús da un giro a la pregunta pues, en lugar de referirse al número de los que se salvan, explica cómo hay que obrar para salvarse. Y esto lo hace siguiendo el estilo de predicación  que le era propio, las parábolas:

o   Jesús les dice: “Hagan el esfuerzo de entrar por la puerta estrecha. Les digo que muchos intentarán entrar y no podrán”

o   ¿Por qué Jesús utiliza la metáfora de la “puerta estrecha? El pueblo de Israel pensaba que tenía asegurada la salvación por el simple hecho de ser descendientes de Abrahán y cumplir los preceptos de la ley.

o   Jesús corrige esta mentalidad según la cual la salvación es un derecho que se transmite de padres a hijos. No. La salvación no es algo automático que se transmite como si fuera parte del ADN.

o   ¿Cuál es el camino de salvación que propone Jesús? Acoger el mensaje del Reino y poner en práctica sus exigencias.

o   El Reino de Dios en medio de nosotros es un llamado a la conversión, la cual no consiste en algo teórico, sino que tiene hondas repercusiones prácticas en el comportamiento diario  y nos pide que establezcamos un modelo de relación diferente con los demás, con las cosas que nos rodean y con Dios.

 

ü Demos un paso adelante en nuestra reflexión y hagamos claridad sobre el alcance de la expresión “puerta estrecha”:

o   A lo largo de la historia de la Iglesia han surgido grupos de fieles que pretenden imponer un estilo de vida terriblemente riguroso, estricto, lleno de privaciones, como si el seguimiento de Jesús exigiera renunciar a la alegría de vivir. La alegría propia del  Reino de Dios  nos motiva para asumir, con paz y realismo, las cruces que van apareciendo en el camino de la vida.

o   Esta visión negativa de la religión ha hecho mucho daño pues ha alejado de la Iglesia a numerosas personas de buena voluntad que se sintieron atraídas por el mensaje de Jesús, pero huyeron ante la inhumana respuesta que encontraron en algún ministro de la Iglesia o porque escucharon una catequesis desenfocada.

o   El verdadero sentido de la expresión “puerta estrecha” es una invitación a ser coherentes con el mensaje de Jesús, a asumirlo sin ambigüedades, traduciéndolo en hechos concretos en la familia, en el trabajo, en la vida social.

 

ü El Concilio Vaticano II nos recuerda que todos los discípulos de Cristo estamos llamados a la santidad, en el estado concreto de vida que hayamos escogido. La santidad no es, pues, un llamado exclusivo para unos cuantos personajes que se retiraron del mundo para dedicarse a la oración, al ayuno y a la penitencia. No. La santidad es un llamado universal para asumir con responsabilidad y amor las tareas diarias.

 

ü Además de esta enseñanza sobre la salvación entendida como coherencia en asumir los retos que nos presenta la vida, el evangelio de hoy plantea la universalidad del  mensaje de salvación, tema éste que debió producir inconformidad en los contemporáneos de Jesús:

o   El don de Dios, que en una primera etapa de la historia de la salvación estuvo circunscrito a un pueblo particular, se abre a toda la humanidad.

o   Ya lo había anunciado el Profeta Isaías, cuyas palabras escuchamos en la primera lectura: “Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua”

o   El evangelista retoma este mensaje de apertura: “Vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”

o   La invitación de Dios no es propiedad de un pueblo particular ni está amarrada a una cultura específica. Cristo dio la vida por todos los seres humanos.

o   De ahí surge para la Iglesia un enorme desafío, ya que su predicación debe ser comprensible en todos los contextos culturales. Lo mismo podemos afirmar de las formas litúrgicas. No podemos imponer los esquemas occidentales a culturas muy diferentes.

 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. La liturgia de hoy sacude a aquellos católicos cuya pertenencia a la Iglesia es simplemente sociológica, pues solamente participan en los ritos (bautismo, primera comunión, quizás el matrimonio, las exequias). Ellos son los primeros destinatarios de este mensaje sobre la “puerta estrecha”. La fe en Cristo pide un cambio en la vida. El segundo mensaje tiene que ver con la universalidad de la salvación, que exige una gran apertura. La casa de Dios nuestro Padre está abierta a todos sin excepción.