Domingo XXIII del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
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Lecturas:
o
Libro de la
Sabiduría 9, 13-18
o
Carta de San
Pablo a Filemón 9b-10. 12-17
o
Lucas 14, 25-33
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El evangelio que
acabamos de escuchar recoge frases que Jesús fue pronunciando en diversos
momentos de su vida apostólica. Todas ellas nos ayudan a comprender qué es lo
que define al verdadero discípulo de Jesús:
o
Las personas nacidas en una familia católica y que han
vivido su religión
de una manera relativamente tranquila,
probablemente no se han preguntado por el elemento diferenciador de la fe.
o
Por el contrario,
hay personas que han tenido que luchar por sus principios religiosos. Algunas de
ellas han afrontado crisis dolorosas a través de las cuales su vida interior ha
salido fortalecida. Otras personas han tenido que afirmar su fe en medio de un
ambiente hostil. Ells sí saben que la fe no es una cómoda posesión y han pagado
un precio alto por su fidelidad al evangelio.
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¿Qué es lo
esencial del Cristianismo? ¿Cuál es el elemento central de nuestra fe?
o
Para sorpresa de
muchos, tenemos que afirmar que lo esencial del Cristianismo no son los dogmas,
ni las normas morales, ni la liturgia, ni su legislación. Lo esencial del
Cristianismo es la persona de Jesucristo, revelador del Padre, que murió y
resucitó para que tuviéramos vida y la tuviéramos en abundancia.
o
Los elementos que
mencioné anteriormente (los dogmas, las normas morales, la liturgia, la
legislación canónica) son complementarios del hecho fundamental cristiano, Jesús
de Nazareth. Él es el camino, la verdad y la vida.
o
Ser discípulo es
revestirse de Cristo, y tener sus mismos sentimientos y actitudes.
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Las frases de
Jesús que reproduce el evangelio de hoy muestran que su seguimiento es muy
exigente:
o
No es la adhesión
que expresa el hincha cuando juega el equipo de sus amores. Es un compromiso que
marca la totalidad de la vida.
o
Una lectura atenta del texto nos permite descubrir que el
discípulo debe cumplir tres condiciones. Veamos el
alcance de cada una de ellas.
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La primera
condición es la opción radical por él: “Si uno quiere venir conmigo y no me
prefiere a su padre y a su madre, no puede ser discípulo mío”:
o
La opción por
Jesús es el único absoluto que reconoce el discípulo. Los demás seres humanos,
por importantes que sean, están subordinados a este valor central.
o
Esto no significa que Jesús ponga como condición abandonar
a nuestros seres queridos. Sería monstruoso.
Lo que nos pide es que los valoremos desde él, en
quien adquieren su verdadera dimensión y sentido.
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La segunda
condición es cargar con la cruz: “Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede
ser discípulo mío”:
o
Debemos utilizar
con mucha precisión este lenguaje sobre la cruz para no proyectar la imagen de
un Cristianismo para un puñado de masoquistas que buscan el sufrimiento como si
fuera un valor.
o
Cargar con la
cruz, además de aceptar con paz interior los sufrimientos que vamos encontrando
a lo largo de la vida, es estar dispuestos a afrontar todas las incomprensiones
y críticas que se levantan contra la propuesta de Jesús. La sociedad prefiere
oír otro tipo de anuncios. La palabra profética de la Iglesia genera reacciones
negativas en aquellos que se sienten amenazados en sus intereses.
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La tercera
condición es renunciar a la riqueza: “El que no renuncia a todos sus bienes, no
puede ser discípulo mío”:
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Estas palabras
son muy duras para la sociedad de consumo, que ha construido su propuesta de
felicidad alrededor del poseer.
o
Esta condición
que se le pone al discípulo no significa un juicio negativo sobre los bienes
materiales. Recordemos que todo lo que ha sido creado por Dios es santo y bueno.
El punto problemático está en el uso que hagamos de ellos.
o
Por eso el sabio
oriental nos invita a caminar por la vida “ligeros de equipaje”. Tenemos que
simplificar nuestro estilo de vida, pues nos apegamos a muchos tonterías y
sufrimos cuando las perdemos.
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Este evangelio
nos muestra los rasgos del auténtico discípulo de Cristo, de aquel que no pone
condiciones al llamamiento:
o
Hoy, 9 de
septiembre, la liturgia celebra a un ser excepcional que vivió radicalmente el
seguimiento de Jesús. Se trata de San Pedro Claver, este jesuita que se dedicó a
servir a los esclavos que eran traídos del África para trabajar en las minas.
o
Adelantándose a
su época, hizo de su vida una lucha continua a favor de los derechos humanos y
en contra de la discriminación racial.
o
Tenemos que
reconocer que nuestra sociedad, a pesar de haber avanzado en muchos aspectos,
sigue mostrando actitudes discriminatorias.
Es hora de terminar nuestra meditación dominical. La invitación que Jesús hace a sus discípulos nos desacomoda en nuestro estilo de vida. Él debe ser nuestra prioridad y todas las demás realidades, incluidos los seres queridos, deben subordinarse ya que Jesucristo es el único valor absoluto. Entre los testimonios de millones de mujeres y hombres que han tomado muy en serio el seguimiento de Jesús, hoy rendimos tributo a San Pedro Claver quien, desde su trabajo apostólico en Cartagena, fue un heroico defensor de los derechos humanos y constructor de una sociedad más equitativa.