IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

ü Lecturas:

o   Profeta Sofonías 2,3; 3, 12-13

o   Primera carta de San Pablo a los Corintios 1, 26-31

o   Mateo 5, 1-12ª

 

ü La liturgia de este domingo propone a nuestra consideración las bienaventuranzas, que son el encabezamiento de una amplia sección del evangelio de Mateo llamado el Sermón del Monte, donde se recogen una serie de enseñanzas de Jesús propuestas a lo largo de su vida apostólica.

 

ü Como la palabra lo indica, las bienaventuranzas son la proclamación de las actitudes propias del Reino que él ha venido a instaurar.  Contienen el camino de la felicidad para aquellos que han decidido seguir a Jesús.

 

ü Antes de profundizar en su significado, recordemos que la felicidad es la máxima aspiración de los seres humanos:

o   En todos los momentos de la historia y en todas las culturas, la búsqueda de la felicidad ha inspirado  las acciones emprendidas por la humanidad.

o   Ahora bien, cada uno entiende de una manera diferente la búsqueda de la felicidad. Hagamos el ejercicio de preguntar cómo la entienden aquellas personas que viven bajo el mismo techo o que forman el mismo grupo de amigos. Encontraremos un amplísimo abanico de respuestas. Para unos, la felicidad está en la sencillez de vida; para otros, por el contrario, la felicidad está en  el poder y en el dinero. Podríamos poner mil ejemplos de estas diferentes comprensiones de felicidad.

o   Lo que sí no admite ninguna duda es que la propuesta de felicidad que hace Jesús está en abierta oposición con los sugestivos mensajes que provienen de la sociedad de consumo.

o   Al anunciar la propuesta programática del Reino que viene a instaurar, Jesús busca un escenario solemne. El texto nos dice que Jesús subió a la montaña. No se dirigió a la cima para que lo vieran mejor, sino porque en la tradición bíblica las grandes manifestaciones de Dios tenían lugar en las cumbres de las montañas (recordemos que en la cumbre del monte Sinaí entregó a Moisés las tablas de la ley, y que en la cima de un monte se  llevó a cabo la Transfiguración). Jesús escoge, pues, una escenografía majestuosa para exponer su programa de vida.

o   Vale la pena decir que Jesús no sólo proclamó las bienaventuranzas, sino que las vivió al pie de la letra.

 

ü Después de estas observaciones generales, profundicemos en su sentido:

o   Las bienaventuranzas son la línea inspiradora para aquellos que quieren seguir a Jesús. No están redactadas en un estilo jurídico como si fueran unas normas que hay que cumplir. Son una invitación de Jesús para encontrar la auténtica felicidad.

o   Si leemos con atención el texto, veremos que están en abierta oposición con los usos y costumbres de nuestra sociedad. Si  las analizamos con los ojos críticos de un sociólogo o de un psicólogo, las encontraremos bastante desconcertantes. Pero si las leemos con los ojos de la fe, desde el seguimiento confiado de la persona de Jesús, su significado cambiará radicalmente.

o   Las bienaventuranzas declaran dichosas a personas que generalmente son consideradas como desgraciadas; Jesús hace una propuesta de felicidad para aquellas personas que parecería que están condenadas a ignorar esta palabra.  Si observamos atentamente la forma como está redactado el texto, veremos que en cada uno de los enunciados se da una tensión entre la situación presente, que es negativa, y la nueva situación que está a punto de germinar.

o   Depende de nuestras acciones que empiece a manifestarse este nuevo orden. No podemos decir que las bienaventuranzas pertenecen a un futuro que empieza más allá de la muerte. Y esta vida, ¿qué? Se trata de un futuro positivo, amable, que se empieza a construir aquí y ahora.

 

ü La primera de las bienaventuranzas recapitula, de alguna manera, a las demás: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”:

o   En estos dos mil  años de historia de la Iglesia se han escrito innumerables comentarios sobre el significado de esta expresión.

o   Es claro que Jesús no dice que los pobres son dichosos por el hecho de ser pobres, ni está afirmando que la pobreza es un ideal de vida. ¡Sería una bofetada para los miles de millones de seres humanos que tienen que luchar para sobrevivir cada día!

o   Los pobres en el espíritu son aquellos que han depositado toda su confianza en el Señor y no en los bienes materiales.

o   La experiencia de todos los días nos muestra la volatilidad de los bienes materiales: hoy tenemos dinero y mañana lo perdimos todo, hoy estamos bien de salud y mañana amanecemos enfermos, hoy tenemos éxito en nuestros proyectos y mañana fracasamos… Las seguridades materiales hoy son y mañana desaparecen.

o   Por eso Jesús proclama felices a aquellos que ponen  su total confianza en Dios, el que es siempre fiel, ayer, hoy y mañana. La confianza en Dios no está sometida a las vaivenes de la fortuna.

 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical sobre las bienaventuranzas. Este camino de felicidad sólo tiene sentido en la medida en que tomemos con seriedad el seguimiento de Jesús. Se trata de una propuesta revolucionaria que cambia las reglas de juego de la convivencia humana. Al regresar a nuestros hogares, después de haber participado en la eucaristía dominical, revisemos en familia cuál es nuestras escala de valores y qué modelo de felicidad estamos buscando.