II Domingo de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

ü Lecturas:

o   Hechos de los Apóstoles 2, 42-47

o   I Carta de San Pedro 1, 3-9

o   Juan 20, 19-31

 

ü El evangelio de este II Domingo de Pascua relata dos apariciones de Jesús a sus discípulos. En la primera de ellas está ausente el apóstol Tomás, y en la segunda, él, patrono de los escépticos, verifica las pruebas de la resurrección de Jesús.

 

ü En las lecturas que escucharemos durante los domingos de Pascua, encontraremos numerosos relatos de apariciones de Jesús. Es importante que nos preguntemos por su significación: ¿qué espera la liturgia al proponernos estos textos?

 

ü Recordemos que el hecho que más impactó a la comunidad de los primeros discípulos fue la tumba vacía, experiencia vivida en primer lugar por las mujeres que seguían a Jesús y confirmada posteriormente por los apóstoles.

 

ü Las apariciones de Jesús  confirman el dato de la tumba vacía y fundamentan la fe de los apóstoles y de los miembros  de la comunidad en la resurrección.

 

ü Las apariciones son contactos personales con Jesús resucitado. A partir de estos encuentros, se confirma la fe de los discípulos, quienes experimentan una profunda transformación interior.

 

ü Estas apariciones de Jesús después de su resurrección tienen unos rasgos comunes:

o   Lo primero que llama la atención es que la iniciativa siempre proviene de Jesús. Él aparece y desaparece de manera inesperada, incluso estando cerradas las puertas. Ninguna de estas apariciones sucede durante la noche o en sueños; siempre son un hecho comunitario.

o   Nos produce curiosidad que Jesús no sea reconocido de manera inmediata. Cuando él se hace presente y los saluda, ellos dudan y manifiestan desconfianza.

o   ¿Por qué dudan los apóstoles si habían estado junto a él durante tres años? La razón es simple: la figura corporal de Jesús no era la misma que él tuvo durante su existencia terrenal; su cuerpo ya  no era material sino glorioso o espiritual, lo que le permitía atravesar las paredes y las puertas cerradas.

o   Los apóstoles lo reconocen después de los primeros momentos de vacilación. Este reconocimiento es posible después de identificar palabras y gestos que les eran familiares.  Este reconocimiento es fruto de la fe, la cual les ofrece un horizonte de comprensión en el que se articulan los hechos vividos por ellos y  los anuncios del Antiguo Testamento. Su percepción de Jesús, al principio torpe y cargada de expectativas materiales, va madurando hasta comprender el significado de su ser y de su misión.

o   Otro aspecto interesante de estas apariciones pascuales de Jesús resucitado es la misión. La resurrección cambia el estado de ánimo de los seguidores de Jesús, quienes pasan de la depresión a la alegría confiada. Ahora bien, no se trata de un gozo para ser disfrutado de manera individualista, sino que se trata de una experiencia que debe ser compartida.

o   Por eso Jesús da una misión a sus seguidores para que comuniquen al mundo la buena noticia. Jesús ha cumplido la misión que le confió su Padre; ahora él confía esta tarea a sus seguidores. Así como el Padre lo ha enviado, él envía a sus discípulos.

 

ü Uno de los aspectos más repetitivos en las apariciones de Jesús resucitado es su mensaje, quien siempre  saludó con palabras  de paz:

o   La paz es el don por excelencia del Resucitado. La ofrece porque ha vencido a la muerte, que es la gran amenaza.

o   Cuando Jesús saluda con la paz, no está ofreciendo a sus discípulos y seguidores un seguro a prueba de dificultades. Esto sería ofrecer algo que está por encima de la condición humana. Jesús no hace este tipo de ofertas.

o   La paz que ofrece Jesús es la garantía de que no estamos atrapados por el absurdo; la paz que él ofrece es la garantía de que existe una vida más allá de la muerte, donde el bien y el mal serán juzgados y se aplicará la justicia.

 

ü Es hora de terminar nuestra meditación en este II Domingo de Pascua. Que la experiencia de Jesús resucitado, que fue cuestionada por Tomás el escéptico, afiance nuestra fe en él y nos ratifique en nuestra misión evangelizadora. Debemos comunicar a los demás este anuncio de optimismo, de vida y de dinámica transformadora.