V Domingo de Pascua, Ciclo A
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
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Lecturas:
o
Hechos de
los Apóstoles 6, 1-7
o
I Carta de
San Pedro 2, 4-9
o
Juan 14,
1-12
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Entre los
temas propuestos por las lecturas de este V Domingo después de Pascua, hay dos
que me llaman poderosamente la atención: la primera lectura nos muestra cómo
aparecen en la primera comunidad los diversos servicios o ministerios; y en el
evangelio, Jesús afirma que es el camino, la verdad y la vida. Los invito a
profundizar en estos dos temas.
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Empecemos
por el texto de los Hechos de los Apóstoles:
o
Se nos
cuenta que los bautizados de lengua griega se quejaron contra los bautizados de
lengua hebrea pues sentían que las viudas no recibían una atención adecuada.
o
Los apóstoles les dieron la razón a los que protestaban, y
propusieron que la comunidad escogiera a siete hombres de conducta intachable
para atender a las necesidades materiales de la comunidad, y así pudieran ellos,
los apóstoles, dedicarse exclusivamente a la oración y al servicio de la
palabra.
Así surgió en la Iglesia el grupo de los Diáconos.
o
No debemos
interpretar la creación de este colectivo como una decisión puramente
organizacional, para atender con eficacia unas tareas administrativas.
o
Este texto
de los Hechos de los Apóstoles nos muestra un incipiente proceso de organización
de la Iglesia y una distribución de las responsabilidades al ir aumentando el
número de los fieles.
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En virtud
del bautismo, todos participamos del único sacerdocio de Cristo. Este sacerdocio
común de los fieles no se opone al sacerdocio ministerial, que se recibe a
través del sacramento del Orden.
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A partir de
esta dignidad que compartimos todos los bautizados, surgen en la Iglesia
diversos carismas o ministerios, que no son otra cosa que diferentes maneras de
servir a los demás. Recordemos, a manera de ejemplo, algunos de estos
ministerios o servicios: proclamar la Palabra de Dios, distribuir la comunión,
enseñar el catecismo, preparar a los niños para la Primera Comunión y la
Confirmación, dictar cursos prematrimoniales, visitar a los enfermos, etc.
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Son innumerables las posibilidades de servir a los demás.
Nadie puede afirmar que no encuentra una institución a la que pueda dedicar una
parte de su tiempo. Las necesidades de la Iglesia y de la sociedad son infinitas
y hacen falta personas de buena voluntad que aporten su tiempo y
su
experiencia.
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Este
servicio, que puede concretarse de mil maneras, es expresión de
corresponsabilidad. Como bautizados, todos somos responsables de la marcha de la
Iglesia, la cual no es asunto exclusivo de los Obispos y los sacerdotes. Así
mismo, como ciudadanos, todos somos responsables de la buena marcha de la
sociedad, y no debemos adoptar la cómoda actitud de quienes esperan que el
Estado lo haga todo.
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La primera
lectura nos motiva, pues, a asumir nuestra cuota personal de responsabilidad
dentro de la vida de la Iglesia; siempre encontraremos oportunidades de servir.
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Pasemos
ahora al evangelio, en donde encontramos una frase muy impactante: “yo soy el
camino, la verdad y la vida”.
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Ciertamente a todos nos preocupa el futuro y quisiéramos
correr
la cortina que lo cubre. Por eso muchas personas consultan
el horóscopo, piden que les dibujen la carta astral o que les lean el futuro
mediante la interpretación de las líneas de la mano. Alrededor de la angustia
que nos produce el futuro se ha desarrollado una industria millonaria; para
comprobarlo, basta consultar las páginas de avisos clasificados.
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En lugar de
buscar la respuesta a nuestras preocupaciones consultando a brujos y adivinos,
acerquémonos a Jesús, que es el camino, la verdad y la vida:
o
¿Qué
significa que Jesús es el camino? Dios es inaccesible para nosotros; con
nuestras limitadas fuerzas humanas no podemos acercarnos a él. Pero sí podemos
hacerlo por medio de Jesús.
o
¿Qué significa que Jesús es la Verdad? Significa que sólo
por medio de él podemos conocer el
misterio de Dios; en él está la respuesta a los
interrogantes más profundos del ser humano.
o
¿Qué
significa que Jesús es la Vida? Significa que nosotros logramos la unión con
Dios Padre, que es la vida eterna, sólo a través de la unión con Jesús. Así
nuestra mortalidad queda impregnada de eternidad.
o
En el evangelio de hoy encontramos unas frases luminosas:
“Nadie va al Padre sino por mí… Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”
El fundamento de todo esto es la unión absoluta
entre Jesús y el Padre.
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No pretendamos correr el velo del futuro consultando a los
mercaderes de sueños; en lugar de ellos, vayamos a Jesús. ¿Cómo hacerlo?
A través de la oración, de la participación en los
sacramentos y del servicio a los hermanos
estaremos
en el lugar justo que nos conducirá a la felicidad.
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Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Al
regresar a nuestros hogares pongamos en práctica los dos mensajes que nos ha
comunicado