VII Domingo de Pascua, Ciclo A
Solemnidad de la Ascensión del Señor
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
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Lecturas:
o
Hechos de
los Apóstoles 1, 1-11
o
Carta de San
Pablo a los Efesios 1, 17-23
o
Mateo 28,
16-20
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La
liturgia de hoy celebra la fiesta de la Ascensión del Señor. La descripción más
completa de este acontecimiento salvífico la encontramos en
el libro de los Hechos de los Apóstoles, el cual
nos transmite
las primeras experiencias de la comunidad apostólica.
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Antes de
profundizar en el sentido de la Ascensión, quiero decir una palabra sobre su
ubicación dentro de las celebraciones pascuales. Recordemos que en la Biblia los
números están cargados de simbolismo:
o
Al
principio de la cuaresma les decía que el número 40 significaba un ciclo o
proceso completo. En la Biblia se nos cuenta que el diluvio duró 40 días con sus
noches; el pueblo de Israel peregrinó por el desierto durante 40 años;
Jesús se dispuso interiormente
para
iniciar su
ministerio ayunando y orando durante 40 días; la Iglesia se prepara durante 40
días para la celebración de los misterios pascuales, y a este periodo lo
llamamos
Cuaresma.
o
En
este contexto simbólico, la liturgia ubica la fiesta de la Ascensión 40 días
después de la resurrección de Jesús. Así se quiere expresar que Jesús cumple su
éxodo o peregrinación pascual durante 40 días, durante los cuales
se aparece repetidas veces a sus discípulos y les
da las últimas instrucciones antes de ir al Padre.
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La Ascensión
es un momento más del único misterio pascual de la muerte y resurrección de
Jesús. Hay que celebrar esta fiesta dentro del contexto pascual. ¿Cuál es el
significado de la Ascensión? Podemos decir que hay dos niveles de significación:
para Jesús y para nosotros.
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Veamos, en
primer lugar, qué significa la Ascensión para Jesús:
o
La Ascensión
es la afirmación de la plena soberanía espiritual y cósmica de Jesús resucitado,
a quien el Padre constituye Señor de la historia y cabeza de la nueva humanidad.
o
Este
reconocimiento de Jesús lo expresa elocuentemente San Pablo en el texto de la
carta a los Efesios que acabamos de escuchar: “…resucitándolo de entre los
muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado,
potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en
este mundo, sino en el futuro. Y todo
lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como
Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud de lo que acaba todo en todos”
o
Lo que
celebramos en esta fiesta es la plena
glorificación de Cristo, junto al Padre, al que
retorna una vez
cumplida la misión que le había sido confiada.
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Nuestro
vocabulario es terriblemente limitado para expresar estos misterios. Para que
seamos conscientes de estas limitaciones del lenguaje, quiero referirme a las
palabras “Ascensión” y “cielo”:
o
Cuando
usamos la palabra “Ascensión” de alguna manera tenemos en el imaginario los
misiles que viajan por el espacio o la exploración de los astronautas…
o
Jesús
resucitado no se remontó a los cielos en el sentido físico de los misiles o de
los viajes de los astronautas; él no habita en un asteroide o en una remota
galaxia.
o
Por eso
algunos teólogos prefieren hablar de “glorificación” o “exaltación”, en lugar de
utilizar la palabra “Ascensión” para evitar las ambigüedades del lenguaje.
o
También el
uso de la palabra “cielo” es problemático porque lo asociamos con un lugar
geográfico; por eso, cuando hablamos del cielo miramos hacia arriba y cuando
hablamos del infierno miramos hacia abajo.
o
El cielo no
es un lugar sino un estado; consiste en estar junto a Dios, verlo, gozarlo,
amarlo por toda la eternidad.
o
Nuestras
limitadas palabras humanas se quedan cortas. Por eso San Pablo expresa, en su
Primera Carta a los Corintios que “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre
puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman”.
o
En síntesis,
la Ascensión es la fiesta en la que celebramos la glorificación de Jesús.
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Demos un
paso adelante y preguntémonos ¿qué significa la Ascensión para nosotros?
o
El
texto de los Hechos de los Apóstoles
dice: “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre
ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaría y hasta los confines del mundo”.
o
La Ascensión
significa, pues, para nosotros un mandato misionero. Debemos anunciar al mundo
la buena noticia de Jesús resucitado, la cual no queda circunscrita a un pueblo,
como sucedió en el Antiguo Testamento, sino que desborda todas las fronteras
geográficas y culturales.
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Como
Jesús conocía muy bien
la
frágil condición humana, nos da como regalo, antes
de su partida, el don del Espíritu Santo, quien acompañará a la Iglesia en su
peregrinar a lo largo del tiempo. Jesús continuará presente y actuante a través
de su Palabra y de los sacramentos.
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Es
hora de terminar nuestra meditación dominical en esta fiesta de la Ascensión.
Alegrémonos porque Cristo ha sido exaltado como Señor del universo. Ahora él
confía a nuestra responsabilidad la construcción de un mundo nuevo a partir de
las bienaventuranzas. Asumamos con entusiasmo y responsabilidad