XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Profeta Zacarías 9, 9-10

o   Carta de San Pablo a los Romanos 8, 9. 11-13

o   Mateo 11, 25-30 

ü En el evangelio de este domingo podemos identificar dos temas: por una parte, leemos un entusiasta elogio de la sencillez, que se expresa en una acción de gracias; y, por otra parte, está la invitación que Jesús hace a los que se sienten cansados y agobiados. 

ü Empecemos, pues, por el elogio de la sencillez:

o   El tema es introducido en la primera lectura, en la que el profeta Zacarías exhorta a  los habitantes de Jerusalén para que acojan a su rey: “Mira a tu rey que viene a ti, modesto y cabalgando  en un burro”. Se trata de un rey diferente.

o   En el evangelio, Jesús exclama: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y estudiados y se las has revelado a la gente sencilla"

o   Es evidente que estos dos textos nos están  sugiriendo que la sencillez facilita un acercamiento a los valores espirituales.

o   Sería simplista establecer una correlación automática entre la virtud de la sencillez y una determinada clase social. ¿Por qué no considero legítima esta correlación automática entre  sencillez y clase social? Porque así nos lo muestra la experiencia.

o   Conocemos personas que pertenecen a los más altos estamentos sociales cuyo trato es descomplicado, que son abiertas a todos sin discriminaciones y dispuestas a aprender lo que los demás puedan aportar. Estas personas son realmente sencillas.

o   Hay profesores universitarios, respetadísimos en su área del saber, que escuchan con profundo interés a sus estudiantes y acogen lo que los jóvenes les quieran aportar. Los verdaderamente sabios son humildes y sencillos. 

o   También conocemos a personas de muy limitados recursos económicos  que son víctimas de un terrible resentimiento, incapaces de abrirse a los demás, siempre a la defensiva. Estas personas no son sencillas; todo lo contrario; son muy complicadas.

o   Por eso afirmamos que la sencillez, tan valorada en las lecturas de hoy, no es un simple fenómeno socio -  económico sino que es una actitud del corazón y de la mente.

o   Dios Padre se ha manifestado a todos aquellos que están abiertos a la verdad, y no ha querido manifestarse a los engreídos que creen ser dueños de la verdad.

o   Por eso Jesús evitó a los fariseos, pues se sentían  los propietarios de la Ley y miraban con displicencia  al común de los mortales. 

ü Hay un pecado que es muy frecuente entre el clero. Consiste en no tomar en serio los aportes teológicos y morales de los laicos. Con  ligereza los descalifican pues – opinan los clérigos – carecen de una adecuada formación filosófica y teológica. ¡Craso error! Hay laicas y laicos mejor formados que muchos sacerdotes. 

ü Este juicio negativo parte de un supuesto falso pues el conocimiento de Dios no está escriturado a un estamento particular de la Iglesia. Por el contrario, el Espíritu Santo actúa en el corazón de todos los creyentes prescindiendo de  dignidades y diplomas. El conocimiento de Dios procede de la fe,  y ésta es un don de Dios que puede ser concedido a cualquier  persona. 

ü Pasemos, ahora, al segundo tema que nos plantea el evangelio de hoy:  la  invitación que Jesús hace a los que se sienten cansados y agobiados:

o   “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde corazón, y encontrarán descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.

o   ¿Quiénes son los cansados y agobiados a los que invita Jesús? Podemos afirmar que se trata, en primer lugar, de  los judíos piadosos asfixiados por los formalismos religiosos que les imponían sus líderes. La religión judía había perdido su frescura y vitalidad originarias para convertirse en un laberinto de normas, que ocultaban la acción de un Dios que guiaba a Israel a través de la historia.

o   Pero es legítimo ampliar el alcance de esta invitación. Cansados y agobiados son todos los que sufren en la vida por un matrimonio desgraciado o por problemas de salud o por privaciones económicas o por heridas afectivas o por  ser víctimas de la violencia en sus infinitas expresiones.

o   Para todos ellos Jesús tiene una palabra de consuelo, a todos ellos quiere curarles las heridas del alma. Recordemos que durante su existencia histórica atendió a infinidad de  personas que padecían todo tipo de dolencias. Ahora  continúa su ministerio de sanación a través de la oración, de la gracia que comunica a través de los sacramentos y de la pastoral maternal de la Iglesia. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Pidámosle al Señor que seamos capaces de despojarnos de todas nuestras prevenciones y prejuicios de manera que seamos terreno donde pueda germinar la semilla de la palabra de Dios. Sintamos que la misa dominical es un lugar privilegiado de encuentro con Dios. Depositemos sobre el altar nuestras preocupaciones y regresemos a nuestros hogares con alegría, seguros de que el Señor ha asumido parte de nuestra carga.