XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Profeta Jeremías 20, 7-9

o   Carta de San Pablo a los Romanos 12, 1-2

o   Mateo 16, 21-27 

ü Para poder comprender el texto que nos propone el evangelista Mateo, es necesario refrescar el evangelio del domingo anterior pues constituyen un solo relato que se divide por razones de brevedad. 

ü En el evangelio que meditamos el domingo anterior, escuchamos la confesión entusiasta de Simón Pedro quien, en nombre de sus compañeros, reconocía a Jesús como Mesías e Hijo de Dios. Esta confesión le mereció el reconocimiento de su Maestro, quien lo constituyó en piedra o fundamento de su proyecto apostólico. 

ü En el texto evangélico que acabamos de escuchar, Jesús comunica a sus discípulos la agenda de sufrimiento que le espera en los próximos días: “Debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas del Sanedrín, padecer la muerte y resucitar al tercer día” 

ü Simón Pedro, que siempre había dado muestras de un temperamento impulsivo, entró en shock ante el anuncio de la pasión y muerte de Jesús: “¡Jamás, Señor! Eso no te puede suceder” 

ü ¿Por qué esta reacción de Pedro? En esa etapa de maduración en la fe, Pedro y sus compañeros no podían aceptar la idea de un Mesías fracasado, que tuviera que someterse a las más crueles torturas y a la muerte. Sus ilusiones estaban puestas en un Mesías que restauraría las viejas glorias de Israel. Solamente después de la resurrección comprendieron el plan de Dios, cuya oferta de salvación pasaba por la muerte pero culminaría en la resurrección. 

ü ¿Cómo responde Jesús ante la reacción primaria de Pedro?

o   Nos sorprenden las duras palabras del Maestro: “¡Déjame seguir mi camino, Satanás! Me estorbas, porque tus ideas no son las de Dios sino las de los hombres”

o   Contrastan estas duras palabras con el elogio que le había hecho poco antes, y sobre el cual meditamos el domingo anterior: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque esto no te lo reveló la naturaleza humana, sino mi Padre que está en el cielo”

o   Después de semejante “piropo”, Jesús lo llama “Satanás”. Antes Jesús había reconocido que las palabras de Pedro  eran una revelación de Dios Padre; ahora lo llama “tentador” porque pretende apartarlo del cumplimiento de la voluntad del Padre. Las palabras de Pedro, que pretenden modificar la agenda de Jesús, nada tienen que ver con la voluntad de Dios. 

ü Después de este enérgico llamado de atención, Jesús plantea su plataforma programática, que está en total sintonía con el Sermón de las Bienaventuranzas: “Si alguien quiere venir conmigo, renuncie a sí mismo, cargue su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que  la pierda por mí, la conservará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde la vida?” 

ü ¿Cuál es el alcance de estas palabras de Jesús?

o   Acoger el mensaje de Jesús no puede reducirse a una cierta simpatía ideológica, que se podría expresar en frases como ¡qué bello mensaje!, ¡qué espíritu revolucionario!, ¡qué poeta más inspirado!, ¡qué chévere!

o   Acoger el mensaje de Jesús no puede reducirse a una cierta adhesión social, como sería la participación en algunos ritos y en contribuir a campañas de beneficencia organizadas por la Iglesia.

o   Tampoco se trata de imitar a Jesús porque es imposible reproducir el contexto social, religioso, político dentro del cual llevó a cabo su ministerio 

ü El sentido positivo de acoger el mensaje de Jesús  se expresa a través de la palabra “seguimiento”:

o   Seguir a Jesús es buscar continuamente la voluntad del Padre a través de una lectura cuidadosa de los hechos de la vida diaria.

o   Seguir a Jesús es cultivar una vida de oración que nos permita manifestar a Dios todo lo que sucede en nuestra vida y crear el silencio para que Él se manifieste.

o   Seguir a Jesús es preocuparnos por los excluidos de la sociedad, a los que él atendió de manera preferencial.

o   Seguir a Jesús es establecer unas relaciones interpersonales en el respeto, la justicia y el amor. 

ü Estas crudas palabras de Jesús – “si alguien quiere venir conmigo, renuncie a sí mismo, cargue su cruz y sígame” – nos producen una cierta incomodidad porque preferiríamos un Cristianismo “light”, que se fuera acomodando a los sondeos de opinión, que no hiciera denuncias embarazosas, que nos diera una palmada de aprobación en el hombro y avalara nuestras ambigüedades. 

ü Es importante precisar que estas palabras radicales de Jesús a propósito del seguimiento no pueden interpretarse como una glorificación del masoquismo, como si el sufrimiento fuera un valor que debe ser buscado por los seres humanos:

o   El masoquismo - o sea la complacencia de sentirse maltratado o humillado - es una perversión psicológica y nada tiene que ver con el plan de Dios.

o   Dios quiere que seamos felices, que disfrutemos de los bienes y oportunidades que Él ha creado para todos.

o   Ciertamente el sufrimiento es un componente de la experiencia humana. Asumirlo en la fe es  vivirlo como  una oportunidad de maduración, como una purificación de nuestros egoísmos, como una plegaria unida al sacrificio de Cristo. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. En el texto que hemos analizado, Jesús nos expone su plataforma programática del seguimiento. No se trata de asumir una visión trágica y negativa de la religión. Jesús nos invita a tomar en serio su propuesta e incorporarla a nuestro proyecto de vida.