XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Conmemoración de los Fieles Difuntos

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Profeta Isaías 25, 6. 7-9

o   I Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-14. 17-18

o   Juan 6, 51-58 

ü La liturgia de este domingo  gira alrededor de la conmemoración de los fieles difuntos. La finalidad de esta celebración  es recordar a nuestros difuntos, orar por ellos, expresar los vínculos que nos unen, vínculos que logran superar los obstáculos del espacio y del tiempo y que van más allá de la muerte; igualmente, esta liturgia nos invita a reflexionar sobre el sentido cristiano de la muerte, que no es sinónimo de destrucción sino de vida. 

ü Las excavaciones arqueológicas nos muestran que los ritos funerarios constituyen una de las expresiones más antiguas de la cultura. Desde la sencilla urna funeraria de arcilla, pasando por la majestad de las pirámides y llegando a los espléndidos monumentos funerarios de la Basílica de San Pedro, todos los pueblos, independientemente de su riqueza, han rodeado de ritos y símbolos el hecho de la muerte. 

ü Iniciemos, pues, nuestra reflexión explorando la dimensión afectiva de esta conmemoración de los difuntos:

o   Para aquellos que guardan un recuerdo amoroso de sus seres queridos, la liturgia de hoy nos invita a recordarlos con afecto, agradeciendo todo lo que recibimos de ellos, apropiándonos de sus enseñanzas y ejemplos.

o   Es importante que las nuevas generaciones oigan hablar de sus tíos y abuelos; es importante que conozcan sus raíces y se sientan parte de una historia familiar.

o   Si los árboles no tienen raíces profundas que los amarren a la tierra, se desplomarán  con las arremetidas de un vendaval. Si los seres humanos no tenemos raíces profundas que nos amarren a una tradición y a unos valores, sucumbiremos ante  el vendaval de las modas, de los seudo valores y de las ofertas de una felicidad aparente.

o   También es posible que algunos conserven un recuerdo amargo de sus difuntos por causa de  una comunicación deficiente o porque hubo maltrato o autoritarismo. En estos casos, la conmemoración de los fieles difuntos debe ser la ocasión para enterrar definitivamente ese pasado doloroso, perdonar y curar los resentimientos. No vale la pena seguir rumiando viejas tristezas. Pongamos punto final a ese capítulo sombrío de nuestra historia.  

ü Además de esta dimensión afectiva, la conmemoración de los fieles difuntos debe ser un momento de oración:

o   Oremos para agradecer  todas las bondades que hemos recibido de nuestros deudos. Oremos  también para perdonar las heridas padecidas.

o   Oremos para que el Señor les conceda gozar de su amor y de su paz.

o   Oremos por los enfermos terminales para que tengan la serenidad interior para asumir las rupturas y duelos que implica la aceptación de la muerte y se abran con esperanza al misterio de una vida nueva en Cristo.

o   Oremos por nosotros para que estemos preparados para el encuentro definitivo con Dios. Recordemos que la vida la tenemos prestada o, como lo expresa coloquialmente la canción de Juanes, “la vida  es un ratico”. 

ü Finalmente, esta conmemoración de los fieles difuntos debe ser ocasión para reflexionar sobre el sentido cristiano de la muerte:

o   Para las culturas tradicionales, la muerte ha sido un hecho natural que se vive dentro del grupo familiar. Para nuestro sofisticado mundo de la ciencia y la tecnología, la muerte es un duro combate en las Unidades de Cuidados Intensivos donde se libran unas batallas que unas veces se justifican pero que otras veces son absurdas, pues se trata de prolongar artificialmente unas vidas que ya no pueden recuperarse. Costos exorbitantes y sufrimiento inútil para el paciente y familiares…

o   Recordemos que toda nuestra fe se apoya en la resurrección de Cristo, triunfador de la muerte. San Pablo afirma que “si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe”. La resurrección de Cristo es la garantía de nuestra propia resurrección.

o   A la luz de la fe en el resucitado, deberíamos despojar de dramatismo  el proceso de la muerte. Para el creyente, acercarse a la muerte es acercarse al momento de la cosecha, donde recogeremos los frutos de fe, esperanza y amor que fuimos sembrando a lo largo de la vida.

o   Recordemos la hermosa parábola del hijo pródigo: Dios Padre espera con gran ilusión nuestro regreso a casa y nos tiene preparada una espléndida mesa. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical en esta conmemoración de los fieles difuntos. Recordemos su triple significación: ocasión para reencontrarnos con nuestro pasado, valorando los aspectos positivos y sanando las heridas; ocasión  para orar por los que ya partieron y por nosotros; ocasión, finalmente,  para reflexionar sobre el sentido cristiano de la muerte a la luz de la resurrección de Cristo y para profundizar en lo que significa el derecho a morir dignamente.