Solemnidad de Cristo Rey, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Profeta Ezequiel 34, 11-12. 15-17

o   I Carta de San Pablo a los Corintios 15, 20-26. 28

o   Mateo 25, 31-46 

ü Este domingo culmina el año litúrgico, y el próximo iniciaremos el tiempo de Adviento, que es la preparación a los misterios navideños. El año litúrgico tiene, como solemne final, la fiesta de Cristo Rey. 

ü El tema que desarrolla el evangelio de hoy  es el último acto de la historia humana o juicio final:

o   ¿Qué nos dice el texto? “Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda”

o   Es muy interesante comparar esta solemne escena del juicio final, en donde Jesús ejerce como Señor del universo, con la cruel escena de la pasión, cuando lo vistieron como un rey de burlas y lo coronaron de espinas. Un agudo contraste entre estas dos versiones de Cristo Rey…

o   Jesús, Rey y Juez del universo, examina a los individuos y a los pueblos. Su juicio no tiene apelación pues es la instancia suprema. 

ü ¿Qué mensaje nos enseña este relato del juicio final?  A pesar de todas las manipulaciones y trampas que impiden que actúe la justicia humana, al fin de los tiempos se manifestará la justicia de Dios basada sobre la verdad, que no puede ser comprada ni atemorizada. 

ü La impunidad del delito acobarda  a los ciudadanos honestos, y envalentona a los delincuentes. En la vida diaria parece que triunfan las fuerzas del mal. Pero se trata de un triunfo aparente, pues no podrán evitar la rendición de cuentas al final. 

ü ¿Cómo procederá el juez supremo? Seremos juzgados por lo que hicimos o dejamos de hacer por los demás:

o   En la mentalidad de los fariseos, la fidelidad a Dios se medía por el cumplimiento de las numerosísimas normas y por la realización de unos ritos descritos en sus mínimos detalles.

o   Para los seguidores de Cristo, la fidelidad a Dios se mide por el amor a los hermanos. Los dos mandamientos – el amor a Dios y a los hermanos – quedan integrados en un solo mandamiento porque el amor al prójimo es el amor a Dios mismo.

o   Este evangelio es una prueba irrefutable de que la fe no se puede reducir a una vivencia individual sino que tiene una dimensión social: “Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber”

o   Jesús, Señor y Juez del universo, hace una afirmación sorprendente: “Yo les aseguro que cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos conmigo lo hicieron”. Jesús se identifica con los débiles. 

ü Esta identificación de Jesús con los más débiles recuerda un hermoso texto del documento final de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunida en Puebla en 1979.  Este texto nos invita  a reconocer el rostro de Cristo en las personas de los excluidos: 

“La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela:

- rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables, los niños vagos y muchas veces explotados, de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar;

- rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y ocupación;

- rostros de indígenas y con frecuencia de afroamericanos, que viviendo marginados y en situaciones inhumanas, pueden ser considerados los más pobres entre los pobres.

- rostros de campesinos, que como grupo social viven relegados en casi todo nuestro continente, a veces, privados de tierra, en situación de dependencia interna y externa, sometidos a sistemas de comercialización que los explotan;

- rostros de obreros, frecuentemente mal retribuidos y con dificultades para organizarse y defender sus derechos;

- rostros de subempleados y desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas y muchas veces de modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias a fríos cálculos económicos;

- rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros sectores sociales;

- rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen” (Puebla, nn. 31-39)

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical en esta festividad de Cristo Rey. El mensaje es claro: nuestro comportamiento será evaluado en razón de la solidaridad que hayamos manifestado con los que sufren. La expresión contemporánea para referirse a la “parábola de los talentos” es “responsabilidad social”: de las personas, de las empresas, de las universidades, de los colectivos sociales.