II Domingo de Pascua, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Hechos de los Apóstoles 4, 32-35

o   I  Carta de San Juan 5, 1-6

o   Juan 20, 19-31 

ü Las lecturas litúrgicas de Pascua nos hablan de Jesús resucitado y nos transmiten las experiencias vividas por la Iglesia Apostólica. Este acontecimiento constituye el centro del anuncio que proclama la primera comunidad cristiana. 

ü Cuando los cristianos de la primera generación hablan de la resurrección de Jesús, ¿qué quieren decir? Los invito a explorar los alcances de esta afirmación, que es esencial para nuestra fe. 

ü Para esta primera generación de cristianos, la resurrección de Jesús es un hecho real y no un  producto de la imaginación:

o   La resurrección de Jesús no es un regreso a su vida anterior en las ciudades y caminos de Galilea. Tampoco la entienden como la reanimación de un cadáver. Por eso, para los primeros cristianos la resurrección de Jesús es totalmente diferente de las resurrecciones de Lázaro, de la hija de Jairo y del hijo de la viuda de Naín; estos personajes, según lo cuentan los evangelios, se reincorporaron a  sus familias y amigos y así continuaron su rutina, y más adelante murieron como sucede a todos los seres humanos.

o   El caso de Jesús es diferente, pues él no vuelve a esta vida terrena sino que entra definitivamente en la vida de Dios, donde la muerte ya no tiene poder sobre él. 

ü En los relatos de las apariciones, Jesús puede ser visto y tocado, come y bebe con los discípulos. Estas descripciones pueden dejarnos la impresión de que Jesús ha regresado a la tierra de los vivos para seguir compartiendo con sus discípulos, tal como lo hizo durante su vida pública. Pero la realidad es diferente.

ü Jesús es el mismo, pero no es el de antes; se les presenta lleno de vida, pero no lo reconocen de inmediato; es alguien real y concreto, pero no lo pueden retener; es Jesús, pero con una existencia nueva. 

ü Para la mentalidad hebrea, el “cuerpo” no es simplemente la parte física o material de una persona, algo que se puede separar del “alma”. No. Para los hebreos, el “cuerpo” es la totalidad de la persona con todo su mundo de relaciones y experiencias, con sus alegrías y sufrimientos. Por eso, para los discípulos es imposible imaginar a Jesús resucitado sin cuerpo. Pero no están pensando en un cuerpo físico, de carne y hueso, sometido al poder de la muerte, sino que piensan en un cuerpo glorioso, que da plenitud a su vida concreta desarrollada en este mundo. 

ü Para los primeros cristianos, la resurrección de Jesús es una actuación de Dios que, con su fuerza creadora, lo rescata de la muerte para introducirlo en la plenitud de su propia vida. Esta acción creadora de Dios, que acoge a Jesús en su misterio insondable, es un acontecimiento que desborda los límites de  nuestra existencia que se mueve dentro de un espacio y un tiempo determinados. 

ü Esta acción de Dios, que rescata a Jesús de la muerte, supera cualquier experiencia que nosotros podamos tener. Por eso nuestras palabras son incapaces de expresar el misterio. Solo podemos intentar unos torpes balbuceos para hablar de la resurrección de Jesús. 

ü Cuando nosotros leemos los relatos bíblicos sobre la muerte y la resurrección de Jesús tenemos que tener en cuenta que hay una diferencia fundamental entre estos dos acontecimientos:

o   Por una parte, está su muerte, que es un hecho histórico, que se produce en un momento determinado, y en la  que intervinieron personajes históricos como Anás, Caifás, Pilatos, etc., cuya existencia se comprueba por fuentes  externas al Cristianismo.

o   Por otra parte, está la resurrección que no pertenece al mundo de los hechos históricos observables; estamos frente a una realidad diferente, fuera del espacio y del tiempo. Siendo un hecho real, se da más allá de lo histórico y comprobable. 

ü Después de estas reflexiones generales sobre la resurrección, vayamos al evangelio que acabamos de escuchar:

o   Los discípulos están paralizados por el shock que les produjo la crucifixión de su Maestro, y temen las represalias que caerán sobre ellos. Por eso han pasado a la clandestinidad y están encerrados.

o   Tal era la situación de la comunidad. Entonces, “se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: la paz esté con ustedes. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría”.

o   Jesús aparece en el centro de la comunidad y así cumple la promesa que les había hecho de acompañarlos; al ocupar el lugar central, les comunica seguridad, unidad, fuerza.

o   ¿Por qué les muestra las manos y el costado? Sus manos y el costado llevan las huellas de la Pasión; así quiere decirles que el que está vivo en medio de ellos es el mismo que murió en la cruz; sus enemigos han fracasado en su intento de arrebatarle definitivamente la vida. Por eso la presencia de Jesús resucitado trasmite paz, alegría y seguridad. Y a esta comunidad transformada le encomienda una misión. 

ü Nos cuenta el evangelista Juan que Tomás, uno de los Doce, no estaba con la comunidad cuando Jesús se hizo presente y rechazó el testimonio expresado por sus compañeros. No admite que el que ellos han visto sea el mismo Jesús que él conoció. Su lenguaje refleja la testarudez que le impedía valorar el testimonio  que había escuchado. 

ü Jesús ama a Tomás; lo pudo conocer, en sus luces y sombras, cuando lo tuvo como discípulo. Por eso toma la iniciativa y lo invita a tocarlo. La insistencia del evangelista en los aspectos físicos de este encuentro (dedo, manos, costado, tocar, meter) pone de manifiesto la continuidad entre el pasado y el presente de Jesús, entre el Jesús histórico y el Jesús glorioso junto al Padre. 

ü Es hora de terminar nuestra reflexión dominical. Que la meditación sobre Jesús resucitado a partir de las experiencias de los primeros cristianos alimente nuestra fe y consolide nuestra esperanza. Llevemos este saludo de paz a tantos hermanos nuestros hundidos en la desesperanza.