Solemnidad: La Ascensión del Señor, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Hechos de los Apóstoles 1, 1-11

o   Carta del apóstol San Pablo a los Efesios 4, 1-3

o   Marcos 16, 15-20 

ü Hoy celebra la liturgia la fiesta de la Ascensión del Señor. Para comprender esta celebración es necesario que nos preguntemos qué significó la Ascensión para Jesús y para sus seguidores. 

ü Para Jesús, la Ascensión significó cerrar el círculo de su misión, que había comenzado cuando el Hijo eterno del Padre asumió nuestra condición humana, hasta la suprema entrega en la cruz. En todo obedeció al Padre, quien lo resucitó y constituyó  Señor del universo. A partir de la Ascensión, Jesús inaugura una nueva presencia en el mundo y continúa comunicando su gracia a través de la comunidad eclesial. 

ü Para los seguidores de Jesús, la Ascensión tiene un sabor agridulce:

o   Por una parte, ya no contarán con la presencia inmediata del maestro y del amigo, con el que habían compartido momentos  muy intensos.

o   Por otra parte, recibirán  el Espíritu Santo, que es el gran regalo del resucitado, quien será el consejero y animador de la comunidad de los creyentes. 

ü Los discípulos  fueron formados por el Maestro durante tres intensos años de diálogo ininterrumpido. Jesús tuvo que  armarse de paciencia, pues los discípulos – a juzgar por las preguntas y comentarios que hacían – no entendían su propuesta. Haciendo gala de sus dotes pedagógicas, Jesús les explicaba en qué consistía el Reino que había venido a instaurar. El Viernes Santo pareció que se hundía este proceso de educación en la fe y de compromiso apostólico. 

ü Pero todo cambió con la resurrección. Los que dudaban quedaron confirmados en la fe. Las diversas experiencias del resucitado – las cuales hemos leído y meditado a lo largo de estos domingos de Pascua - confirmaron la vocación de estos anunciadores de la buena noticia de Jesús resucitado. Transformados por la acción del Espíritu Santo, los seguidores de Jesús se convierten en una fuerza formidable. 

ü A la luz de estos acontecimientos, podemos hablar de tres etapas en la historia de la salvación:

o   Los libros del Antiguo Testamento nos presentan los hechos más significativos de la Alianza o pacto de amor exclusivo entre Yahvé y su pueblo. Esta Alianza contiene la promesa de un Mesías.

o   Los libros del Nuevo Testamento nos trasmiten las palabras y acciones de Jesús tal como fueron vividas por la primera comunidad de creyentes. La promesa anunciada al pueblo de Israel se ha hecho realidad en Jesús de Nazareth.

o   La Ascensión del Señor y la experiencia de Pentecostés inician la tercera etapa en la historia de la salvación. Cristo glorioso inaugura una nueva forma de presencia a través de su Iglesia, sacramento de salvación. El Señor nos confía la tarea de seguir proclamando, hasta el final de los tiempos, el proyecto de Dios sobre el mundo. 

ü En el evangelio que acabamos de escuchar, Jesús da unas instrucciones muy precisas: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado” 

ü A continuación, el texto evangélico describe algunos de los signos que acompañarán a los anunciadores del evangelio: “Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”:

o   Algunos pastores de iglesias evangélicas y pentecostales se apropian de este texto con gran entusiasmo y con espíritu emprendedor organizan espectáculos masivos donde abundan las falsas curaciones, producto de la histeria colectiva, y además obtienen magníficos resultados económicos pues cobran el 10% de los ingresos de sus feligreses.

o   La Iglesia Católica  siempre ha sido muy cautelosa en cuanto a los milagros. No tiene prisa para el análisis de los hechos considerados milagrosos y sólo en poco casos los reconoce como tales.

o   Para la teología católica, la acción de Dios no se manifiesta a través de espectáculos vistosos ni ante las cámaras de la TV. Así como el hecho más importante de la historia, el nacimiento del Hijo de Dios, se llevó a cabo en un pueblito olvidado y en el silencio de la noche, la gracia de Dios trabaja discretamente, silenciosamente, en el interior de los corazones transformando actitudes.

o   Por eso la Iglesia Católica interpreta este texto sobre los signos que acompañarán el anuncio del Evangelio en términos de testimonio: debemos mostrar, a través de hechos concretos, que se ha inaugurado una realidad nueva; y estos hechos concretos son el perdón, la reconciliación, la solidaridad. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Como consideración final  recordemos las palabras de esos dos hombres  vestidos de blanco – en verdad, ángeles -: “Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo?”. El mensaje es claro: la consideración de los asuntos espirituales  no puede neutralizar nuestros compromisos concretos en la vida diaria. El Reino de Dios se construye trabajando por la familia, por la sociedad y por la Iglesia.