XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Deuteronomio  4, 1-2. 6-8

o   Carta del apóstol Santiago 1, 17-18. 21-22. 27

o   Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23 

ü En tiempos de Jesús, el Judaísmo  daba una gran importancia a los ritos externos. La vida diaria del israelita piadoso estaba totalmente programada por la religión. Más aún, la calidad de la relación con Dios se medía por estos indicadores de cumplimiento externo. 

ü En concreto, el texto evangélico de hoy describe el conflicto entre los líderes religiosos y los discípulos de Jesús.  La discusión, que  para nuestras categorías puede sonar ridícula,  versaba sobre la exigencia religiosa de purificarse con agua antes de comer. Lo que para nosotros es una saludable práctica relacionada con la higiene, para los maestros de la ley era un problema de  alta teología: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?”  

ü No pensemos que se trató de un simple descuido de los discípulos, que se olvidaron de lavarse las manos. Creemos que fue una escena cuidadosamente planeada. Jesús quería confrontar la religiosidad hipócrita de sus contemporáneos y trazar los rasgos de una auténtica experiencia religiosa. 

ü ¿Cuál es la estrategia seguida por Jesús? Les dice que esas prácticas son invenciones humanas que nada tienen que ver con el plan de Dios. Y para ello retoma las duras palabras del profeta Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos” 

ü Es una constante en la historia de los pueblos los intentos por manipular la dimensión religiosa. Se atribuyen a la divinidad mandamientos y deseos que nada tienen que ver con Dios, sino que son expresión de los intereses humanos. Esta manipulación de lo religioso les da poder sobre los colectivos sociales. En una actitud desafiante, Jesús se enfrenta a este tipo de manejos y los pone en evidencia. 

ü De manera muy gráfica, Jesús argumenta: “Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que   sí lo mancha es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios…” 

ü El debate entre la pureza ritual y la rectitud moral, entre los ritos externos y una auténtica espiritualidad, nos invita a revisar nuestra comprensión de la religión  y la forma como la ponemos en práctica como católicos:

o   Por una parte, está la actitud extrema de los fariseos para quienes la religión consistía en ayunos, en rezos, en baños rituales, en cumplir con unos protocolos sociales.

o   Ahora bien, el rechazo de una religiosidad identificada con los formalismos y las prácticas rituales nos puede llevar al otro extremo, que consiste en una comprensión de la religión como un hecho absolutamente íntimo, que se vive dentro  del encierro de una absoluta privacidad.

o   Ninguna de estas dos posiciones extremas es sana; rechazamos por igual una religión que se queda en los ritos y rechazamos una religión exclusivamente íntima que se agota en el ámbito privado y no se proyecta hacia los demás.  

ü La segunda lectura de este domingo, tomada del apóstol Santiago, nos traza la ruta de una auténtica experiencia religiosa:

o   El comienzo de la experiencia religiosa se da en las profundidades de la conciencia, cuando nuestro YO recóndito se pone en contacto con la Palabra de Dios, que se comunica  de múltiples maneras (a través de personas,  situaciones de la vida, la Biblia, la naturaleza) Sobre este punto, escribe el apóstol Santiago: “Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos”

o   A continuación, el apóstol Santiago nos pone en guardia contra la tentación de dejar encerrada esa palabra en nuestro interior. Esa palabra de Dios debe salir para generar transformaciones y para ser principio de vida. Nos dice Santiago: “Pongan en práctica esa palabra y no se limiten a escucharla, engañándose a ustedes mismos”

o   Para ser auténtica, la fe conduce a un compromiso; de lo contrario, es una farsa. Dice Santiago: “La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. El evangelio de hoy, mediante el contraste entre lo puro y lo impuro, nos lleva a reflexionar sobre un tema de fondo: las expresiones negativas y positivas de la religión. Es negativa una religión que se limita a cumplir con unos formalismos vacíos; también es negativa una religión que se queda encerrada en el santuario de la conciencia individual. La experiencia religiosa inaugurada por Jesús  se inicia con un encuentro transformador con la Palabra de Dios en la intimidad del corazón y conduce a actuar en amor, justicia y solidaridad.