I Domingo de Adviento, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.

 

 

ü Lecturas:

o   Profeta Jeremías 33, 14-16

o   I Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 3, 12 – 4,2

o   Lucas 21, 25-28. 34-36 

ü Este domingo es el comienzo de un nuevo año litúrgico. Los próximos cuatro domingos se conocen con el nombre genérico de “adviento”, pues son la preparación para la venida del Señor:

o   Empecemos por indagar sobre el origen de este tiempo litúrgico: A medida que las fiestas de Navidad y Epifanía  fueron adquiriendo mayor importancia dentro de la vida de las comunidades cristianas de los primeros siglos, se vio la necesidad de dedicar un tiempo a la preparación de estas festividades por su profunda significación. Así, pues, entre los siglos VI y VII, se oficializó este tiempo litúrgico del adviento como preparación a la navidad.

o   El texto que nos propone el evangelista Lucas es impresionante, porque nos dibuja, con los colores  propios del género literario apocalíptico, la segunda y definitiva venida del Señor.

o   La fuerza dramática de este texto inspiró el genio de Miguelángel, quien plasmó esta solemne escena en su obra maestra, el Juicio Final, que se encuentra en la Capilla Sixtina.  

ü San Bernardo, figura destacadísima de la Iglesia medieval y formidable predicador, en sus Sermones nos habla de tres presencias o visitas del Señor: su primera visita tuvo lugar con el nacimiento, en  Belén de Judá; la segunda presencia es la que ejerce a través de los sacramentos y de la actividad evangelizadora de la Iglesia; la tercera presencia será al final de los tiempos. 

ü Siguiendo esta reflexión de San Bernardo sobre las tres visitas o presencias de Jesucristo, podemos hablar de tres advientos:

o   En primer lugar, se dio el adviento histórico, que consistió en la expectativa generada por  el anuncio de un Mesías que salvaría al pueblo de Israel. Los profetas fueron los anunciadores por excelencia de este acontecimiento salvífico y transformador. En la liturgia de hoy, hemos escuchado un texto del profeta Jeremías, quien pone en boca de Yahvé las siguientes palabras: “Yo haré nacer del tronco de David un vástago santo, que ejercerá la justicia y el derecho en la tierra”

o   En segundo lugar, podemos hablar de un adviento espiritual; es la preparación que hacemos todos nosotros para acoger este regalo maravilloso que nos hace Dios Padre en su Hijo, quien nace de la Virgen María y comparte nuestra condición humana.

o   En tercer lugar, debemos hablar de un adviento escatológico, que consiste en prepararnos para el encuentro definitivo con el Señor, que se dará en una fecha que desconocemos. 

ü Teniendo en cuenta estas tres presencias o visitas de Jesús (hace dos mil años en el portal de Belén, hoy en la vida de la Iglesia y mañana en el encuentro definitivo), la liturgia nos invita a  prepararnos interiormente. ¿Cuáles son los sentimientos que deben marcar nuestra espiritualidad durante estas semanas anteriores a la Navidad?

o   Debemos desterrar los sentimientos de tristeza y pesimismo, pues Dios Padre nos expresa su amor al entregarnos a su Hijo amado.

o   Hay que dejar a un lado la superficialidad que nos caracteriza y tomar con seriedad la vida, pues no sabemos en qué momento nos encontraremos definitivamente con Dios. Por eso la liturgia nos invita a estar vigilantes y preparados.

o   La perspectiva del encuentro definitivo con Dios no puede significar que descuidemos nuestras responsabilidades diarias. Con nuestro trabajo debemos procurar que toda la creación  refleje los valores anunciados por Jesús y se prepare para acoger a nuestro Señor y Salvador. 

ü En este tiempo del adviento se destacan tres grandes figuras bíblicas:

o   El primer personaje es el profeta Isaías. Él expresó, con elocuentes palabras, las expectativas y sentimientos del pueblo de Israel sobre el Mesías, quien implantaría un orden nuevo.

o   El segundo personaje es Juan Bautista, llamado el Precursor. Sus palabras invitan a prepararse, mediante la conversión interior, para recibir al deseado de las naciones.

o   El tercer personaje es María, la madre de Jesús. En ella se hace carne la promesa de salvación y sus entrañas fueron el templo que acogió al Hijo eterno del Padre hecho un niño.

ü Es hora de terminar esta sencilla meditación dominical con la cual iniciamos la preparación para las celebraciones navideñas. Hagamos de este tiempo una profunda experiencia de vida interior:

o   Al decorar nuestras casas con los símbolos propios de la navidad (el pesebre, el árbol, las luces) hagamos un profundo acto de fe y de amor en ese Dios que asume la naturaleza humana para expresarnos su amor y solidaridad.

o   Que las reuniones con los amigos y familiares, que se multiplican durante este tiempo, sean una oportunidad para fortalecer los lazos de amistad y el compromiso con la construcción de una ciudad en la que se respete el valor sagrado de la vida.

o   Que los niños sean los grandes protagonistas de estas celebraciones. Al arreglar nuestras casas con los símbolos navideños, hagamos explícito el mensaje espiritual que comunican. Estas celebraciones son una magnífica oportunidad para consolidar los valores espirituales y familiares tan ausentes de nuestra sociedad, y para evangelizar a las nuevas generaciones, bastante ignorantes en temas religiosos.