V Domingo de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü  Lecturas:

o   Hechos de los Apóstoles 14, 21b-27

o   Apocalipsis 21, 1-5ª

o   Juan 13, 31-33ª 

ü El tema central del evangelio de este domingo es el mandamiento nuevo que Jesús da a sus discípulos. Antes de profundizar en el sentido de este mandamiento, quisiera, a manera de introducción, llamar la atención sobre el adjetivo “nuevo”, que aparece repetidas veces en las lecturas de hoy:

o   En el libro del Apocalipsis, su autor dice: “Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva […], vi la nueva Jerusalén”; “el que estaba en el trono dijo: todo lo hago nuevo”

o   En el evangelio, Jesús dice a sus discípulos: “Les doy un mandamiento nuevo” 

ü Ahora bien, tenemos que reconocer que lo que se anuncia como “nuevo” ejerce una atracción irresistible sobre los seres humanos:

o   Nos atraen los objetos nuevos por su textura, por sus acabados, por su olor.

o   Las ideas nuevas siempre encuentran oídos atentos.

o   La moda nueva, no importa lo extravagante que sea, encuentra compradores que están dispuestos a llevarla, independientemente de su comodidad y buen gusto.

o   Las agencias de viaje ofrecen “paquetes turísticos” exóticos, que ofrecen experiencias nuevas. 

ü Estos ejemplos nos muestran que cuando se afirma que algo es “nuevo”, inmediatamente capta la atención de la gente. Después de esta contextualización sobre el significado que tiene lo “nuevo”, digamos que también Jesús presenta ante la comunidad creyente un producto que se anuncia como nuevo: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros como yo los he amado”

ü Cabe preguntarse qué tan nueva es esta propuesta de Jesús; y descubrimos que ya se había formulado en el libro del Levítico (19, 18); entonces, ¿por qué Jesús la presenta como “nueva”? La respuesta es clara: en la propuesta de Jesús aparecen dos elementos que no existían en el anterior mandamiento formulado en el libro del Levítico:

o   Jesús, en un avance teológico muy importante, afirma que el amor a los demás y el amor a Dios son inseparables – como las dos caras de una misma moneda -. Este pensamiento lo desarrolla San Juan en su primera Carta (4,20),  cuando afirma que no se puede amar a Dios,  a quien no vemos, si no amamos al hermano a quien sí vemos…

o   El segundo avance de Jesús respecto al mandamiento del amor es el punto de referencia que establece: “como yo los he amado” 

ü Vemos, pues, que el mandamiento del amor que promulga Jesús es, al mismo tiempo, antiguo y nuevo; antiguo, porque ya había sido formulado  en el libro del Levítico; nuevo, porque Jesús le adiciona dos elementos que lo transforman sustancialmente. 

ü Cuando nosotros oímos hablar de un “mandamiento”, inmediatamente pensamos en la orden dictada por una autoridad. Cuando meditamos sobre el alcance de este mandamiento del amor, nos damos cuenta de que no estamos frente a la orden  transmitida por una autoridad. Se trata de algo mucho más comprometedor, pues Jesús pone frente a nosotros su proyecto de vida al que consagró todas sus energías. Su vida estuvo marcada por el amor al Padre y a la humanidad; y nos propone que emprendamos el mismo camino. 

ü ¿Qué elementos aporta la expresión “como yo los he amado”?

o   El amor que expresó Jesús no estuvo sujeto a ninguno de los límites que  condiciona las amistades humanas: quiero a las personas que me caen simpáticas, que pertenecen a mi misma clase social, y tienen ideas afines. Jesús manifestó una total libertad de espíritu frente a estos condicionamientos. Al tomar conciencia de esto, empezamos a comprender el alcance de la expresión “ámense como yo los he amado”

o   Si ponemos en práctica esta orientación, expresaremos en nuestra vida el mismo amor entrañable que Jesús sintió por los niños, por los enfermos, por los excluidos de la sociedad. Esta actitud la expresa bellamente la Plegaria Eucarística V/B, en la que pedimos: “Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido”. 

ü Amar como Él nos ha amado es tener una mirada benévola que no juzga a nadie, es tener a flor de labio una palabra de estímulo, es tener las manos tendidas. En nuestra sociedad, con unos índices escandalosos de violencia e intolerancia, es una absoluta novedad mirar como Jesús miró, hablar como Jesús habló, apoyar como apoyó Jesús, amar como Jesús amó.

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Pidámosle al buen Dios que sepamos poner en práctica la formidable fuerza transformadora de este mandamiento del amor, que es antiguo y nuevo, y que nos motiva a comportarnos a la manera de Jesús.