XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü  Lecturas:

o   Profeta Isaías 66, 18-21

o   Carta a los Hebreos 12, 5-7. 11-13

o   Lucas 13, 22-30 

ü Este domingo focalizaremos nuestra reflexión en un texto de la Carta a los Hebreos, muy pertinente para las responsabilidades educativas de los padres de familia. Dice el texto: “Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda… Es cierto que de momento ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. Pero después produce, en los que la reciben, frutos de paz y de santidad” 

ü Este texto nos invita a reflexionar sobre el significado de la reprensión o corrección, que es un elemento esencial dentro de la pedagogía. La carta a los Hebreos nos recuerda que Dios fue educando a su pueblo, y continúa realizando ese mismo proceso en nosotros para que maduremos como personas y como creyentes; igualmente los padres de familia tienen responsabilidades frente a sus hijos, a las que no pueden renunciar. 

ü El sustantivo “corrección” designa la acción de “corregir”. Vayamos al Diccionario de María Moliner; allí encontramos lo siguiente: CORREGIR significa quitar las inexactitudes, los errores o las imperfecciones en una cosa hecha por alguien (por ejemplo, revisar un escrito o corregir las pruebas de un documento que va a ser impreso); ajustar; rectificar; decirle a alguien que ha hecho mal cierta cosa; censurar; reprender.

ü Los invito, pues, a relacionar este texto de la Carta a los Hebreos - en el que se nos habla de la pedagogía de Dios -, con la vida de familia y la interacción entre padres e hijos. Reflexionemos, entonces, sobre dos puntos: ¿por qué corregir?, ¿cómo corregir? 

ü ¿Por qué corregir?

o   El ser humano, que posee el cerebro más desarrollado dentro de la evolución, es el más indefenso; si no cuenta con la protección y el cuidado de los adultos, muere en pocas horas. La adquisición de las  competencias necesarias para poder, no solo sobrevivir sino también realizarse como ser humano, es el resultado de un largo y complejo proceso de aprendizaje.

o   Podemos utilizar algunas imágenes para visualizar lo que significa el aprendizaje. Por ejemplo, podemos decir que el niño es como una piedra preciosa que acaba de ser extraída de la mina; esa piedra necesita ser tallada por un experto para que manifieste todo su valor y su belleza; podemos decir que el niño es como el petróleo  que brota de las entrañas de la tierra y necesita ser sometido a un proceso de refinación para que pueda convertirse en combustible o en un producto industrial.

o   Estas imágenes tomadas del mundo de la minería nos permiten vislumbrar que la educación es un proceso de transformación del ser humano, en el que un descuido o un error pueden tener consecuencias nefastas. Un entorno educativo lleno de amor y de cuidado dará resultados muy positivos para la realización de esos futuros ciudadanos; por el contrario, un entorno violento y de confusión respecto a los valores esenciales del ser humano producirá resultados desastrosos. 

ü ¿Cuál es la responsabilidad de los padres frente a sus hijos, que deben ser tallados como la más valiosa de todas las piedras?

o   Ante todo, deben rodearlos de amor; esto se expresa a través de las actitudes, de las palabras, de los mil detalles de la vida diaria. Los niños educados en el amor desarrollarán una afectividad sana y serán capaces de establecer unas relaciones interpersonales positivas en el entorno familiar, en la sociedad, en los negocios.

o   Los padres de familia tienen el inmenso desafío de acompañar a sus hijos en el descubrimiento de los valores éticos, de manera que vayan descubriendo la frontera que separa lo honesto de lo deshonesto, el bien del mal, lo justo de lo injusto. Esta tarea de la formación ética no podrá ser realizada por adultos confundidos, para quienes todo es legítimo con tal de obtener los fines que se proponen.

o   Es responsabilidad de los padres de familia preparar a sus hijos para vivir en un mundo plural, en el que la diversidad es el rasgo dominante; diversidad cultural, racial, religiosa, política, etc. Educar para la convivencia es inculcar actitudes de tolerancia, de respeto a la diversidad y saber incorporar todo ese potencial en un trabajo en equipo. 

ü Dentro del proceso de maduración de los hijos es necesario corregir, hacer ajustes, llamar la atención, reprender:

o   Infortunadamente, muchos padres de familia optan por la posición más cómoda y son incapaces de corregir; les da miedo decir NO; dejan que sus hijos sigan el dictamen de su capricho o el influjo pernicioso de algunos amigos.

o   Esta actitud permisiva tiene consecuencias gravísimas para su futura vida como adultos; los niños no pueden dejarse en su estado natural; su desarrollo emocional pide el establecimiento de reglas de juego claras; necesitan límites. Solo así se formarán como seres capaces de asumir responsabilidades.

o   Los padres de familia no deben temer fijar reglas claras sobre el uso de la TV, el tiempo que dedican al estudio, los horarios para las comidas, las fiestas, el descanso nocturno. 

ü Demos un paso adelante y respondamos a la segunda pregunta: ¿cómo formular las reglas de juego?, ¿cómo corregir los comportamientos que no se ajustan a los principios establecidos?

o   Los adultos no podemos actuar movidos por la rabia o la impaciencia; todo lo que digamos inspirados por estos sentimientos será equivocado.

o   Los educadores debemos actuar de manera racional, exponiendo los argumentos que sustentan nuestra posición; los juicios arbitrarios no sirven de nada.

o   Los adultos debemos ser muy sensibles frente a  la justicia, pues las arbitrariedades  generan sentimientos de rebeldía.

o   Además debemos dejar a un lado el orgullo. Si nos equivocamos, no debemos dudar en reconocer nuestro error.  El reconocimiento de los errores cometidos  transmite un claro mensaje de humildad y de honestidad.

o   Debemos evitar el uso de expresiones humillantes, que hieren la autoestima de los niños. Los mensajes negativos (“usted no sirve para nada, es un estúpido, es un estorbo”) dejan heridas que nunca cicatrizan. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. El texto de la Carta a los Hebreos sobre la pedagogía de Dios con su pueblo nos ha llevado a reflexionar sobre el reto educativo de los padres de familia. Los invito a asumir sus responsabilidades; no teman fijar límites; conserven la objetividad; sean muy delicados respecto a la justicia; nunca hieran la dignidad de sus hijos con comentarios humillantes.