XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü  Lecturas:

o   Profeta Amós 8, 4-7

o   I Carta de san Pablo a Timoteo 2, 1-8

o   Lucas 16, 1-13 

ü Hay escritores y directores de cine muy convencionales; sus personajes actúan de manera previsible y el final lo puede anticipar cualquier persona medianamente inteligente. Pero hay otros que nos sorprenden con su creatividad, pues sus personajes  muestran una gran complejidad  y nadie es capaz de adivinar el final; nos tienen en suspenso hasta el último párrafo del texto o hasta la última escena de la película. 

ü La parábola del administrador deshonesto, que se va desarrollando de manera convencional, tiene un desenlace inesperado:

o   El personaje de la parábola parece extraído de las páginas de los diarios: un gerente corrupto cuyos desfalcos quedan en evidencia y empieza  a modificar los estados financieros y falsifica las facturas y recibos.

o   Hasta este momento, el relato se desarrolla de manera convencional, pues actúa como se supone que actúan los corruptos sorprendidos por la Auditoría de la empresa. No hay ninguna diferencia entre los pícaros de hace dos mil años y los de hoy.

o   Pero el desenlace de la parábola no es el esperado; Jesús, que es el que  narra la parábola, concluye de manera desconcertante: “El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz” 

ü ¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir Jesús? ¿Acaso está canonizando a los deshonestos?

o   La alabanza que Jesús pone en labios del patrón tiene un objeto muy preciso: reconocer su astucia; nada más que eso; el patrón siguió adelante con la determinación de echarlo del trabajo. No se elogia el conjunto del comportamiento del administrador, sino la habilidad con que enfrentó la crisis.

o   El administrador comprendió la gravedad de la situación, vio que su futuro estaba gravemente amenazado y tomó rápidamente unas decisiones. No se quedó con los brazos cruzados, aguardando que las cosas se dieran; por el contrario, intervino en aquellos procesos que él podía controlar.

o   Jesús no está bendiciendo los medios que el administrador usa, pero sí reconoce su inteligencia y su capacidad de reacción. 

ü ¿Qué aprendizajes nos quedan de este personaje de la parábola?

o   No debemos esperar pasivamente que las cosas sucedan; si actuamos oportunamente podemos prevenirlas o podemos aminorar el impacto negativo o hacer más llevaderas las consecuencias.

o   Muchos creyentes tienen una visión equivocada de la Divina Providencia, pues se quedan esperando que Dios les resuelva los problemas económicos, afectivos, de salud, como si Él interviniera para suplir nuestra ineficiencia. Están equivocados. Dios nos ha creado como seres responsables y libres, y espera que nosotros usemos las herramientas que Él ha puesto en nuestras manos.

o   La rápida reacción del personaje de la parábola también nos está sugiriendo que debemos superar la miopía que solo se fija en el presente; debemos tener una mirada prospectiva que nos permita actuar de manera que cimentemos un futuro sólido.

o   Cuando hablamos de poner los cimientos de un futuro sólido no solo pensamos en los asuntos materiales (por ejemplo, tener al día los seguros contra robo e incendio o las cotizaciones de la seguridad social). También estamos pensando en el futuro más allá de la muerte, cuando se dará el encuentro definitivo con Dios y la rendición de cuentas.

o   El futuro en su doble dimensión – en esta vida y más allá de la muerte – no se puede dejar a la improvisación. 

ü Otra lección que nos deja esta parábola es la conciencia de ser administradores:

o   Se equivoca gravemente el mayordomo de una finca que dispone del ganado y de los  productos  agrícolas como si fuera el dueño; se equivoca gravemente el gerente que se apropia de los bienes de la empresa, que pertenecen a los accionistas.

o   Lo mismo podemos afirmar de la existencia humana; nada nos pertenece; la vida, con todo lo que ella implica, nos ha sido entregada para que la administremos siguiendo las pautas trazadas por Dios, que es el Señor del universo. No podemos modificar las reglas del juego; y al final rendiremos cuentas. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical sobre la parábola del administrador deshonesto. Asumamos una actitud proactiva frente a los retos que nos plantea la vida y tomemos conciencia de que somos administradores de unos bienes que nos ha confiado Dios.