IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J.
ü Lecturas:
o Profeta Sofonías 2, 3; 3, 12-13
o I Carta de san Pablo a los Corintios 1, 26-31
o
Mateo 5, 1-12ª
ü
El
evangelio de este domingo propone el texto de las Bienaventuranzas, que es el
camino de felicidad que ofrece Jesús
a
los que quieren hacer parte del Reino que ha venido a instaurar.
ü Desde que este camino de felicidad fue propuesto, hace dos mil años, suscita sentimientos encontrados:
o Para unos, es expresión de una refinada espiritualidad capaz de transformar la convivencia humana.
o
Para otros, el
camino de las Bienaventuranzas no conduce a ninguna parte; argumentan su rechazo
diciendo que la Historia ha sido escrita por los grandes caudillos y no por los
humildes.
ü
En la
literatura teológica encontramos estudios muy serios que iluminan el sentido de
las Bienaventuranzas al relacionarlas con los temas bíblicos que aparecen en los
Profetas y en los Salmos. En esta meditación dominical los invito a acercarnos a
las Bienaventuranzas desde la pedagogía, es decir, buscando en ellas elementos
que nos permitan alimentar un modelo educativo para
la
formación de hombres y mujeres diferentes.
ü ¿Qué sugieren a padres de familia y educadores las bienaventuranzas que proclaman dichosos a los que tienen espíritu de pobres y a los humildes?
o En la sociedad de consumo, el dinero se ha convertido en un dios sobre cuyo altar se sacrifican la salud, la familia, los valores éticos…
o Tenemos que corregir esta desviación que afirma el primado del “tener” sobre el “ser”. La dignidad de los seres humanos no depende del saldo de su cuenta bancaria.
o Hay que educar a las nuevas generaciones de manera que usen los bienes materiales como medios y no como fines.
o Se equivocan los padres de familia que creen que amar a los hijos es llenarlos de regalos y dinero; los niños que lo han tenido todo no valoran el esfuerzo y son unos insatisfechos permanentes.
o
Es necesario
educar en la austeridad de manera que se aprenda a valorar lo que se obtiene por
medio del trabajo honrado; de ahí la sabiduría de las bienaventuranzas que
proclaman dichosos a los que tienen espíritu de pobres y a los humildes…
ü ¿Qué sugieren a padres de familia y educadores las bienaventuranzas que proclaman dichosos a los misericordiosos y a los que tienen hambre y sed de justicia?
o Millones de seres humanos se ven privados de los derechos humanos fundamentales y están insatisfechas sus necesidades básicas de alimentación, salud, educación, etc.
o Es importante que los niños conozcan el drama de la pobreza y vayan desarrollando una sensibilidad ante los más pobres.
o
Los
niños de hoy, que serán los adultos de mañana, irán interiorizando los valores
de la solidaridad y de la justicia, que se traducirán en
políticas empresariales y públicas cuando ellos
sean los que tomen las decisiones.
ü ¿Qué sugiere a padres de familia y educadores la bienaventuranza que proclama dichosos a los limpios de corazón?
o En el lenguaje de la gestión pública y privada se usa con mucha frecuencia la palabra “transparencia”, que nos pone en guardia frente a los egoísmos individualistas, el manejo de los recursos, etc. Lo opuesto a la transparencia es la corrupción cuyas catastróficas consecuencias padecemos todos.
o
Hagamos
lo posible para que las nuevas generaciones sean respetuosas y delicadas con los
bienes destinados al uso común, y tengan el valor de denunciar aquellos
comportamientos turbios que pretenden apropiarse de lo ajeno; que en nombre de
una mala entendida fidelidad a los amigos no se conviertan en encubridores
de faltas y delitos.
ü ¿Qué sugiere a padres de familia y educadores la bienaventuranza que proclama dichosos a los que trabajan por la paz?
o Es cierto que la construcción de la paz tiene componentes jurídicos, políticos y económicos de enorme importancia. Pero no podemos olvidar que la paz se empieza a construir desde lo más profundo del corazón.
o De ahí la importancia que adquiere una educación que promueve el reconocimiento de la diversidad, que ve el pluralismo no como una amenaza sino como una fortaleza de los colectivos sociales.
o Educar para la paz exige educar para el manejo de los conflictos, los cuales deben resolverse de manera civilizada a través del diálogo.
o
Pero si los
niños ven que la agresión verbal y física es la forma corriente de relacionarse
sus padres y sus maestros en la escuela, cuando sean adultos replicarán este
modelo de violencia intrafamiliar y social.
ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Las Bienaventuranzas son la “Carta Magna” del nuevo orden que instaura Jesús. Que ellas inspiren los procesos educativos para así avanzar hacia una sociedad más solidaria e incluyente inspirada en los valores del Evangelio.