VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü  Lecturas:

o   Libro del Eclesiástico 15, 16-21

o   I Carta de san Pablo a los Corintios 2, 6-10

o   Mateo 5, 17-37 

ü La primera lectura y el evangelio que acabamos de escuchar son una invitación para que pongamos en práctica los mandamientos y normas que hemos recibido de nuestros mayores:

o   Leemos en el libro del Eclesiástico: “Si tú lo quieres puedes guardar los mandamientos; permanecer fiel a ellos es cosa tuya. Delante del hombre están la muerte y la vida; le será dado lo que él escoja”. Todo depende del uso que hagamos de nuestra libertad.

o   El evangelista Mateo reproduce las palabras de Jesús: “No crean que he venido a abolir la ley y los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud”. 

ü Teniendo como telón de fondo estos dos textos, los invito a reflexionar sobre el significado de los mandamientos y normas que orientan nuestro comportamiento. Los diez mandamientos constituyen el código más conocido y contienen los principios básicos que regulan nuestras relaciones con Dios y con la comunidad. 

ü ¿Cómo descubrimos los seres humanos la existencia de las normas que rigen la conducta? A través del premio y del castigo el niño va descubriendo que hay actuaciones que tienen la aprobación de los adultos y que hay otros comportamientos que son censurados. Así iniciamos los seres humanos el lento y complejo proceso de la formación de la conciencia moral. 

ü Ahora bien, una norma será tanto más sólida cuanto más vigoroso sea el valor que la justifica. Por ejemplo, el niño irá descubriendo, por ensayo y error, que si come muchos chocolates se enferma; por eso sus papás le fijan un límite, que es por su bien. De ahí la importancia pedagógica de no quedarse en la simple prohibición sino que hay que tratar de explicar, con palabras sencillas y convincentes, su justificación. 

ü Un indicador importante de la madurez ética de una persona es su capacidad para descubrir los valores. Por eso debemos ver los mandamientos y normas como una invitación a apropiarnos de los valores y a crecer interiormente. 

ü Exploremos brevemente el alcance del quinto mandamiento, “no matar”.  Detrás de este mandamiento está un valor central, que es la defensa y protección de la vida:

o   No pensemos que los únicos que pisotean este mandamiento son los sicarios que venden sus macabros servicios al mejor postor.

o   También obran contra el quinto mandamiento aquellos conductores que no respetan los límites de velocidad y se pasan los semáforos en rojo poniendo en peligro la propia vida y las vidas de otros.

o   También actúan contra el quinto mandamiento, “no matar”, aquellas personas que consumen sustancias que afectan la salud (alcohólicos, drogadictos, fumadores crónicos, etc.)

o   Actúan contra el quinto mandamiento, “no matar”, aquellas formas de producción que arrojan desechos tóxicos; pensemos en los devastadores efectos de la explotación ilegal de oro que evade todos los controles ambientales y que envenena las fuentes de agua con mercurio y ácidos que destruyen la vida.

ü Exploremos brevemente el alcance del séptimo mandamiento, “no hurtar”:

o   No creamos que este mandamiento se formuló exclusivamente para los que asaltan los bancos o para los contratistas que se roban el dinero de las obras públicas.

o   También violan este  mandamiento los evasores de impuestos que, mediante triquiñuelas fiscales, burlan el pago del IVA.

o   También roban las personas naturales y jurídicas que cobran una suma desproporcionada  por el  producto o servicio que ofrecen. 

ü Con estos dos ejemplos del quinto y del séptimo mandamiento, “no matar” y “no hurtar”, he querido mostrarles que su alcance va más allá de lo que imaginamos en una interpretación simplista, y además son realidades dinámicas que tienen nuevas aplicaciones a medida que la sociedad va avanzando en sus desarrollos. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical sobre el significado de los mandamientos y las normas. No nos limitemos a considerarlos como antipáticas prohibiciones; veámoslos como una sabiduría acumulada por muchas generaciones; vayamos más allá de la formulación jurídica  y descubramos el valor que los sustenta. A medida que vamos avanzando por este fascinante sendero  del descubrimiento de los valores, reconoceremos que los mandamientos y las normas son una herramienta preciosa que nos ayudará a acertar en la toma de decisiones.