VI Domingo de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü Lecturas:

o   Hechos de los Apóstoles 8, 5-8. 14-17

o   I Carta de san Pedro 3, 15-18

o   Juan 14, 15-21 

ü La liturgia de este VI domingo de Pascua alimenta la expectativa de la fiesta de Pentecostés, que se celebrará en dos semanas. Recordemos que en Pentecostés, cuando los dones del Espíritu Santo son comunicados a los apóstoles reunidos en oración junto a María, la madre de Jesús, ellos reciben la misión de proclamar la buena noticia del Señor resucitado y bautizar a quienes la acojan; la fiesta de Pentecostés es, pues, el nacimiento de la Iglesia. Dada la importancia de esta celebración, la liturgia nos prepara desde ahora; y esto lo hace a través de las lecturas:

o   En la primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, se nos cuenta que los samaritanos, despreciados por los judíos, recibieron el Espíritu Santo por medio de la imposición de las manos de los apóstoles Pedro y Juan.

o   En el evangelio, Jesús les dice que el Espíritu Santo los acompañará en la nueva etapa que se iniciará cuando Él regrese junto al Padre.

ü Vemos, pues, que el gran protagonista de la liturgia de hoy es el Espíritu Santo; para referirse a Él, el evangelista Juan usa una palabra griega que nos suena extraña; lo llama “paráclito”. ¿Qué traduce esta palabra? Tiene dos significados que se complementan:

o   En griego, la palabra “paráclito” identifica al abogado y, en general, al que defiende y protege a otro.

o   Igualmente, la palabra “paráclito” designa al que consuela a alguien  que se encuentra atribulado.

ü Esta palabra que usa el evangelista Juan – paráclito – es familiar a la tradición bíblica. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, particularmente en los Salmos, se hace referencia a Yahvé como el defensor de Israel contra las amenazas que acechaban la identidad religiosa del pueblo y la exclusividad de la alianza; el profeta Isaías (66,13) afirma que Yahvé consuela a la comunidad  como lo hace una madre con su hijo. En el Nuevo Testamento, leemos la invitación que nos hace Jesús: “Vengan a mí todos los que están cansados y fatigados, y yo les daré descanso”. 

ü Jesús comunica a su Iglesia el don del Espíritu Santo para que la acompañe en su devenir histórico:

o   Frente a las amenazas externas, el Espíritu Santo actúa como abogado defensor de los seguidores de Jesús. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tenido que afrontar innumerables persecuciones: unas, brutales, llevadas a cabo por los totalitarismos y fanatismos de ayer y de hoy; otras, mucho más sutiles, inspiradas por el laicismo que quiere borrar la  presencia del Cristianismo en la sociedad.

o   Frente a las amenazas internas, que surgen de las fracturas doctrinales de la Iglesia y de los escándalos de sus hijos, el Espíritu Santo actúa  para cicatrizar las heridas, invitar a la conversión y animar a los que desfallecen. El Espíritu Santo, como “Paráclito”, acompaña a la Iglesia en su caminar histórico para que permanezca fiel, a pesar de los pecados de sus miembros, en particular de sus líderes. 

ü Otro aspecto muy rico en el evangelio de hoy es su impronta explícitamente trinitaria; en él encontramos expresiones de gran profundidad teológica: “Yo le rogaré al Padre y Él les enviará otro Consolador (Paráclito) que esté siempre con ustedes, el Espíritu de verdad. En aquel día entenderán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes”. Estas palabras de Jesús son una revelación explícita de que Dios, en su misterio más hondo, es la perfecta unidad y la perfecta comunión, y habita en lo más íntimo de cada creyente. 

ü Finalmente, llama la atención que Jesús destaque  en dos ocasiones la relación existente entre el amor a Él y el cumplimiento de los mandamientos:

o    “Si me aman, cumplirán mis mandamientos”. Y unos versículos más adelante, desarrolla la misma idea: “El que acepta mis mandamientos y los cumple, ese  me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré en él”.

o   No se trata de un cumplimiento de los mandamientos a la manera de los fariseos, cuya principal preocupación era la observancia externa y formal de los preceptos.

o   Lo que Jesús pide es configurar nuestro proyecto de vida de manera que sea coherente con el seguimiento de sus enseñanzas y de  su persona, y así crezcamos en nuestra identificación con Él. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Inspirados por las lecturas de hoy, preparemos nuestro interior para que la fiesta de Pentecostés sea ocasión de una renovación interior de las personas y de las comunidades.