Solemnidad. La Ascensión del Señor, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü Lecturas:

o   Hechos de los Apóstoles 1, 1-11

o   Carta de san Pablo a los Efesios 1, 17-23

o   Mateo 28, 16-20 

ü Hoy celebra la liturgia la fiesta de la Ascensión, que tiene orígenes muy antiguos. San Agustín se refiere a ella, y afirma que se trata de una celebración de la Iglesia universal que viene de los primeros siglos del Cristianismo. 

ü Los relatos de la Ascensión de Jesús se encuentran en los evangelios de Marcos y Lucas, y en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Jesús resucitado se despide de los discípulos y les confía la misión de continuar su obra. A diferencia de la despedida  en vísperas de la pasión, que estuvo  marcada por la tristeza y el desconcierto, esta despedida de Jesús resucitado rebosa alegría. No sienten que se esté produciendo una ruptura entre Jesús y ellos – como la ruptura que sentimos cuando se muere un ser querido y le decimos adiós -; ellos saben que inician una relación nueva con Él, quien continuará presente y actuante en medio de la comunidad, de una manera diferente. 

ü Las expresiones utilizadas  por los autores del Nuevo Testamento para referirse a esta nueva etapa del Resucitado, pueden generar alguna confusión:

o   Se nos dice que Jesús fue elevado o que ascendió a los cielos, e instintivamente  miramos hacia el espacio, como lo hacen los que observan el lanzamiento de un cohete, el cual, a medida que se aleja, se va empequeñeciendo hasta que desaparece en el espacio infinito…

o   Estas palabras utilizadas por los relatos neotestamentarios pueden alimentar nuestra imaginación de manera que interpretemos la Ascensión como si Jesús emprendiera un exótico viaje hacia una lejana galaxia donde se va a encontrar con el Padre.

o   En palabras de Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret, “el Jesús que se despide no va a alguna parte de un astro lejano. Él entra en la comunión de vida y poder con el Dios viviente, en la situación de superioridad de Dios sobre todo espacio. Por eso no se ha marchado, sino que, en virtud del mismo poder de Dios, ahora está siempre presente junto a nosotros y por nosotros”. 

ü Otra expresión que usan los autores del Nuevo Testamento consiste en afirmar que Jesús está sentado a la derecha del Padre. Este lenguaje hará imaginar a más uno que Jesús se encuentra en una espléndida sala del trono, donde permanecerá sentado junto al Padre por toda la eternidad… En sentido estricto, Jesús resucitado no está sentado en ninguna parte. A través de estas palabras, tomadas de nuestro lenguaje coloquial, se nos revela que Jesús resucitado está inmerso en la gloria propia de Dios  en comunión total con el Padre.  

ü En el relato de la Ascensión se hace mención de un nube:

o   Los Hechos de los Apóstoles nos cuentan que  “se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos”.

o   La nube de la cual nos habla el texto sagrado nada tiene que ver con un fenómeno climático. Recordemos que, en la Biblia, la nube simboliza la presencia de Dios en circunstancias particularmente solemnes: por ejemplo, Moisés recibió las Tablas de los Diez Mandamientos en medio de una nube; cuando la Transfiguración de Jesús en la cima de  un monte, una nube lo envolvió; la nube que oculta a Jesús en la Ascensión nos está diciendo que Jesús entra en el ámbito de la divinidad, es constituido Señor de todo lo creado. 

ü Mientras los discípulos contemplaban extasiados el tránsito de Jesús a otra dimensión, la esfera de lo divino, dos hombres vestidos de blanco les dijeron: “Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese  mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse”:

o   Estas palabras expresan, de manera muy elocuente, la tensión que acompaña la vida de los creyentes quienes, simultáneamente, debemos comprometernos con la transformación del momento presente, con la mirada puesta en el futuro en la espera de la segunda venida del Señor Jesús.

o   Nuestro actuar debe tener en cuenta los dos tiempos, el presente y el futuro escatológico. La negación de uno de los términos del binomio desvirtúa el significado del Cristianismo pues si solo atendemos los retos del presente, la dimensión trascendente de la vida terminará ahogada por las preocupaciones diarias; y si solo tenemos puestos los ojos esperando la segunda venida del Señor, seremos unos irresponsables que descuidamos las responsabilidades diarias y permitiremos que el mal y la injusticia dominen las relaciones sociales.

o   Las palabras de  los hombres vestidos de blanco son una invitación a integrar en nuestra espiritualidad el presente y el futuro, lo cotidiano y las expectativas del encuentro definitivo con Jesús Resucitado, Señor del universo. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. La Ascensión de Jesús resucitado no es una despedida o separación; es la divinidad de Jesús que se manifiesta en su plenitud e inaugura un nuevo modo de presencia.