Domingo XV del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Jorge Humberto Peláez S.J. 

 

ü   Lecturas:

o   Isaías 55, 10-11

o   Carta de san Pablo a los Romanos 8, 18-23

o   Mateo 13, 1-23 

ü Jesús, hábil pedagogo, utiliza imágenes tomadas de la vida diaria para transmitir sus enseñanzas. Este domingo el evangelio de Mateo presenta, como protagonista central, a un agricultor que esparce las semillas con la esperanza de recoger una buena cosecha. Sin embargo, debe afrontar mil dificultades. 

ü Los agricultores de todos los tiempos conocen muy bien los riesgos de su oficio. Ser agricultor requiere una enorme perseverancia y un amor a la tierra que le permitan sobreponerse a las frustraciones. 

ü Si observamos atentamente el texto evangélico que acabamos de escuchar, nos daremos cuenta de que la parábola del sembrador parece repetirse, es decir, tiene dos versiones:

o   La primera versión es más descriptiva; narra la suerte que tuvieron las semillas. Esta primera versión es introducida con la  frase: “Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo…”

o   La segunda versión es introducida con las siguientes palabras: “Escuchen, pues, ustedes, lo que significa la parábola del sembrador”. Según los expertos en el Nuevo Testamento, esta segunda versión es la interpretación alegórica que hace la primera comunidad cristiana, como lo vamos a explicar más adelante. 

ü Según las investigaciones sobre el Nuevo Testamento, el evangelista nos presenta la misma parábola del sembrador leída en dos contextos diferentes: el contexto inmediato de Jesús que anuncia el Reino por los polvorientos caminos de Palestina, y el contexto que vive la primera comunidad cristiana. 

ü Ahora los invito a que analicemos el significado y el alcance de la primera versión:

o   La acción evangelizadora de Jesús no se parecía a una gira triunfal como las que organizan las grandes figuras del espectáculo, con un amplio cubrimiento de medios y miles de entusiastas admiradores.

o   Por el contrario, la acción evangelizadora de Jesús encuentra una seria oposición de los dirigentes religiosos de Israel, que se sentían cuestionados; con frecuencia sus palabras eran tergiversadas; y percibía que el entusiasmo que despertaban sus palabras no siempre conducía a un seguimiento comprometido.

o   Ante el desánimo que todo esto producía en sus inmediatos colaboradores, Jesús pronuncia esta parábola para explicar que el anuncio del Reino de Dios no se puede medir por resultados estadísticos.  

ü La que hemos llamado  primera versión de la parábola del sembrador, tiene dos momentos claramente diferenciados: el momento de la siembra y el momento de la cosecha:

o   Las pinceladas con las que se dibuja el momento de la siembra son bastante oscuras, pues parecería que todos los elementos apuntan al fracaso; humanamente hablando, los obstáculos son tales que el agricultor más optimista renunciaría a seguir sembrando.

o   A pesar de todos los factores negativos que acompañan a la siembra, los resultados son espectaculares; pasamos de las pinceladas oscuras y pesimistas a unos resultados de la  cosecha descritos con colores fuertes; se nos habla de rendimientos increíbles del ciento por uno, del setenta por uno y, en el peor de los casos, del treinta por uno.

o   En la vida real no existe negocio alguno que tenga tales rendimientos; no existe el negocio en el que se invierta un millón de pesos y produzca cien millones o setenta millones o treinta millones… 

ü Lo que Jesús nos quiere enseñar es que, en el trabajo evangelizador, las dificultades no nos deben desanimar; los indicadores de resultados son diferentes; la acción de Dios en cada uno de nosotros no se acomoda a las proyecciones de Planeación Nacional ni conserva el ritmo de las tasas de interés del Banco de la  República. El crecimiento del Reino se mide de manera diferente. 

ü Pasemos ahora, de manera muy breve, a la segunda versión de la parábola del sembrador, que es la interpretación que hace la primera comunidad cristiana:

o   Como resultado  de la predicación, se fueron vinculando nuevos miembros a la naciente comunidad cristiana; unos convertidos provenían del judaísmo y otros del paganismo.

o   Entre los líderes espirituales de la naciente Iglesia había dudas sobre la solidez de esas conversiones. Este es el contexto que nos permite comprender el alcance de la segunda versión de la parábola del sembrador, donde las referencias a la calidad de los distintos terrenos se interpretan como una alegoría de los grupos humanos que acogen de diversa manera la semilla de la Palabra de Dios.

o   Los expertos consideran que esta segunda versión de la parábola del sembrador es una exhortación o admonición – parénesis – que la primera comunidad cristiana hace a los recién convertidos para que reflexionen sobre el proceso que han vivido y se pregunten si han creado las condiciones espirituales para que la semilla de la Palabra de Dios germine en ellos. 

ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical sobre la parábola del sembrador. Inspirados por estas dos versiones que nos presenta el evangelista, pidamos, en primer lugar, que no nos desanimemos ante las dificultades que encontramos en la siembra  de los valores éticos y religiosos, pues la cosecha no depende de nosotros sino de la gracia de Dios; y pidamos, en segundo lugar, que favorezcamos unas condiciones espirituales – algo así como una ecología espiritual – que nos permitan avanzar en el conocimiento de Jesús y en el compromiso de vida.